Beto, disfranzándose de portero maldito, hizo llorar al sevillismo

Este Sevilla F.C., un equipo repleto de valientes

Gameiro, lesionado, marcó el penalti del triunfo; Rakitic, genial todo el año, levantó al cielo de Turín ´su´ Copa; M´Bia es de Champions...

Este Sevilla F.C., un equipo repleto de valientes
El Sevilla festejó por todo lo alto su tercera Europa League, que le sitúa a la cabeza de ganadores de este torneo y le clasifica para la Supercopa. - Joaquín Adorna
Joaquín AdornaJoaquín Adorna5 min lectura
Un portugués, Beto, disfrazándose de portero maldito para prolongar el gafe del Benfica, para ganarse un hueco en la historia del Sevilla F.C. y para que miles de sevillistas rompieran a llorar, a abrazarse y a dar saltos de júbilo celebrando el tercer título europeo de su equipo. La final esperaba pacientemente la aparición de un héroe y, aunque muchos se postularon para lograr ese papel protagonista, finalmente fue? la noche de Beto. Sí señor. Y no caben críticas en estas líneas a su figura porque anoche fue un portero de verdad y no palomitero, un portero sobrio que se olvidó de sus típicos alardes ridículos. Con la yema de sus dedos sacó el penalti de Nono en el Villamarín, y con la frialdad y la elasticidad de los grandes porteros detuvo los lanzamientos de Cardozo y Rodrigo, dos zurdos que dudaron en la carrera y le dibujaron el golpeo al meta portugués.


Viaja para Sevilla la tercera Copa de la UEFA, levantada por el genial Rakitic al cielo de una ciudad lejana, Turín, que ya quedará grabada en los corazones de todos los sevillistas como quedaron grabadas a fuego Eindhoven y Glasgow. El himno del Arrebato y el himno clásico del Sevilla sonaron con fuerza en el Juventus Stadium, cantado con el alma por jugadores y afición, fundidos en un escenario espectacular, un teatro de altura con una megafonía y acústica envidiables.


Hasta el feliz desenlace, 120 minutos de infarto. Una final memorable, como todas las finales que se ganan, seguramente. Un Sevilla sólido, convencido de su fútbol, con más intenciones ofensivas que en otras ocasiones y, quizás, consciente de que el tiempo corría a su favor porque crecía poco a poco la sensación de derrota del Benfica, un gran conjunto que vive, efectivamente, perseguido por el gafe de Bela Guttman.


Tuvo incontables ocasiones para evitar la tanda penaltis, pero fue incapaz de marcar un gol al tiempo que perdía efectivos lesionados. Y tras la prórroga, no había dudas, iba a ganar el Sevilla. La afición del Benfica quedó abatida, la del Sevilla, en cambio, se vino arriba recordando a Palop y coreando el nombre de su nuevo héroe.


Para Gameiro quedó la suerte de marcar el gol del triunfo final, una suerte que también pudo acabar en las botas de Bacca tras un pase increíble de Rakitic, un futbolista de otro nivel que ve el fútbol con la claridad de los elegidos. En el plantel, sólo Marko Marin se le puede acercar, pero el teutón sobrepasó la línea de la desgana anoche y Emery le cortó la cabeza. Sin miramientos. Ante toda la Europa futbolística. Emery ya sabe ganar títulos, aplica el sentido común -ayer puso a los que todos tenían en mente-, y ya se le ven los golpes de autoridad verdaderos de buen entrenador.


Aunque Beto reciba loas, el mérito es colectivo. A Coke se le critica, cuando realmente hacen falta veinte Cokes en una plantilla. Fazio supo vivir con la tempranera tarjeta amarilla. Está hecho, el Sevilla debería traspasarlo ya, y forma con Pareja un bloque inaccesible. Alberto Moreno no tuvo su mejor día, para ser generoso con el chaval, pero es joven y aprenderá. Amonestado, cometió fallos graves de los que, por fortuna, salió indemne el Sevilla. M´Bia es jugador de Champions, confirmadísimo. Es lógico que quiera escuchar cada miércoles esa musiquilla. Vitolo, con arrancadas y asistencias de clase, acabó homenajeado con todo merecimiento; al igual que Reyes, que aunque a veces ni se le espera, anoche pisó terrenos que pocos pisan y hasta estuvo valiente en acciones en las que se jugó el tipo.


El Sevilla sigue su particular idilio con la UEFA, una competición y una organización que, aunque exige todo tipo de deberes y cobra toda clase de derechos, tiene la buena costumbre de invertir parte de lo mucho que ingresa en la mejora de un torneo que va alcanzando cada vez más prestigio. Un nuevo título europeo y los sevillistas vuelven a casa felices y pensando en otra final: 12 de agosto, Cardiff. Atlético de Madrid o Madrid le esperan.
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