La partida de ajedrez acabó en tablas

Emery pierde el juego de pizarras

Emery pierde el juego de pizarras
Manucho y N'Zonzi, disputando la pelota. - Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 2 min lectura
Unai Emery y Paco Jémez libraron el domingo una vibrante y disputada partida de ajedrez que terminó en tablas, pero que habla mucho mejor del técnico rayista -que se repuso tras perder varias piezas- que del sevillista, que tenía un buen plan inicial y dominó gran parte de la partida, pero acabó perdiendo el duelo de pizarras.

El vasco sabía que el Rayo nunca renuncia a tratar bien el balón, por lo que planteó una muralla en la medular, acumulando mucha gente por dentro (N’Zonzi, Cristóforo, Iborra e incluso Vitolo y Krohn-Dehli) y se afanó en la presión adelantada para impedir que el rival saliese de su campo. Planteó un choque trabado, en el que no había espacios para tocar ni tiempo para pensar y en el que tenía muy claro cómo atacar. Sin Banega, su plan era buscar segundas jugadas, la velocidad de los hombres de arriba y, sobre todo, explotar su corpulencia en el balón parado.

Así se abrió la lata, en un córner al que siguió un momento de desconcierto en el cuadro local, aprovechado por la movilidad de Gameiro y las zancadas de Vitolo. Sus asociaciones generaron dos llegadas de Iborra: el 0-2 y una acción en la que el palo evitó un 0-3 que acabaría añorando. Y es que Jémez se volvió loco y en su locura encontró la lucidez. A la media hora ya había hecho dos cambios. Cambió el 1-4-2-3-1 por un 1-4-1-4-1 y, poco después, por un 1-3-5-2. Viró su estilo sin complejos hasta que anuló el dominio sevillista, fijó a los laterales nervionenses con unos activos Bebé y Embarba y propuso un intercambio de golpes y un ida y vuelta que mostró las costuras de la zaga visitante (Fazio está lejos de su mejor nivel) y que Emery no fue capaz de frenar.
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