Final de la Copa del Rey (previa)

F.C. Barcelona-Sevilla F.C.: Con este Sevilla, nada es imposible

F.C. Barcelona-Sevilla F.C.: Con este Sevilla, nada es imposible
Los onces del Sevilla y el F.C. Barcelona. - Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 7 min lectura
Jesús y Sara cumplen ahora quince años y son sevillistas de finales en el sentido más literal de la expresión. Pertenecen a la familia nervionense desde la cuna y desde que gozan de uso razón han experimentado en sesión continua la maravillosa sensación de celebrar títulos. Únicamente conocen el lado luminoso del fútbol, el de la sonrisa perpetua y la sensación de que este idilio con la gloria no finalizará jamás. Ellos ni siquiera imaginan una realidad sin copas alzadas al cielo y festejos en la Puerta Jerez, y hasta les cuesta creen aquello que les cuentan sus padres sobre tiempos no muy lejanos en los que las lágrimas no eran precisamente de alegría y se consideraba éxito lo que hoy se entendería como fracaso. Porque Jesús y Sara, como todos los sevillistas de su generación, han crecido de la mano de la grandeza del Sevilla, al ritmo de finales, de goles épicos, de momentos imborrables, de hazañas como la protagonizada hace sólo cuatro días en Basilea. Han contemplado plenamente como su equipo ha conquistado Europa poco a poco hasta erigirse en el único pentacampeón de la historia de la Europa League. Tienen quince años y han festejado nueve títulos. Para ellos, con semejante currículum, no existen imposibles para su Sevilla. Han visto tantas proezas que no hay manera de convencerles de que su equipo no puede imponerse esta noche al Barça en un solo partido y arrebatarle el doblete para así conquistar el segundo de su vida y de los anales nervionenses. En la decimocuarta final en una década. A las puertas del sexto entorchado copero. Ante, posiblemente, la mejor escuadra del mundo. Es la ocasión para eternizarse definitivamente. Para triturar los límites de lo imaginable. Y ellos llevan días esperando. Locos por subirse junto a sus padres al autobús rumbo al infinito. Con el macuto pleno de ilusión. Como los 20.000 sevillistas que arroparán esta noche a los de Emery en el Vicente Calderón para desafiar una vez más a la lógica. Henchidos de moral tras tumbar a un histórico como el Liverpool (1-3) y demostrar de qué está hecho este Sevilla. No importa el sueño. El cansancio. A las cuatro de la pasada madrugada iniciaron la aventura, pertrechados por los símbolos de sus colores, con la única reivindicación de animar a su Sevilla por encima de todas las cosas. Es fútbol. Es pasión. Es un sentimiento que se mama desde pequeño.

Las gargantas llegan mermadas tras ahogarse en gritos de felicidad por la Quinta UEFA, pero que nadie dude de que el sevillismo sacará la voz de donde no lo hay para rugir como lo hizo en el St. Jakob Park para silenciar al triple de ingleses. Y que nadie dude de que los jugadores harán lo propio con sus fuerzas, que compensarán su mayor desgaste físico con el espíritu guerrero que le simboliza, con su carácter ganador y ese compromiso indiscutible transmitido por el mejor entrenador de todos los tiempos que se ha sentado en el banquillo blanquirrojo. Unai Emery conoce de sobra esta desventaja. Y también la superioridad técnica de un Barcelona con todo, armado con su temible MSN y recuperado de su crisis merced a la conquista del título de Liga. El Barça de hoy es el Barça aterrador. El de Luis Suárez enrachado de cara a gol. O el de un Messi que le ha marcado al Sevilla más tantos que a nadie. Pero esta radiografía poco halagüeña se puede rebatir con la igualdad en los tres enfrentamientos de este curso, en los que el Sevilla le miró a los ojos y le discutió el resultado. En la Supercopa (5-4) forzó la prórroga con una remontada propia de la leyenda de este equipo, mientras que en Liga lo superó en casa por 2-1, con la ausencia de Messi, y en el Camp Nou se mantuvo vivo hasta el final (2-1).

Precedentes que refuerzan la teoría de la viabilidad de contradecir las apuestas, para lo que Emery deberá retocar mínimamente el once de Basilea, obligado por la ausencia de N´Zonzi por sanción. El lugar del galo lo ocupará probablemente Iborra, lo que supondrá que Banega se alinee con Krychowiak para que el valenciano ejerza por delante. Único cambio junto al de la portería, donde Rico tratará de emular a Soria levantando otro título habiendo sudado la camiseta. Por lo demás, Emery repetirá en la derecha con Mariano y Coke, fórmula del éxito en Basilea merced a la soberbia actuación de los dos laterales y con la que, además, blindará ese carril, por el que penetra Neymar. En la izquierda, Vitolo ayudará a Escudero con Messi y las subidas de Alves, para lo que se precisará también de las coberturas de la pareja Rami-Carriço. Neutralizar al Barça se erige en un punto de partida fundamental, pero no lo es menos exhibir sus propias armas, que las tiene y letales, como Banega, Vitolo o un Gameiro mortífero a la contra. Las mismas con las que ha rendido a Europa y le han traído hasta aquí para que Jesús, Sara y todos los sevillistas vibren por enésima vez. Las credenciales de un pentacampeón.
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