Domingo de Pasión sin pasión en un Sánchez-Pizjuán frío, enrarecido.
No es el mejor ambiente para resucitar a un Sevilla que, definitivamente, se ha caído. Pero lo
verdaderamente preocupante es que el conjunto nervionense ha perdido el fútbol, la chispa, la magia de
jugadores de relumbrón que ahora pasarían por ser del montón; sin
soluciones desde el banquillo, sin fórmulas alternativas para salir de un bache que dura ya un mes. U
na crisis de juego y resultados que ha dejado la tercera plaza, esa que parecía asegurada, en manos del
Atlético.
A los 40 segundos ya se comprobó que no sería una mañana sencilla. El Sporting rompía por la izquierda nada más salir y la zaga sevillista despejaba no sin dudas en el primer susto. Y es que, lejos de salir a comerse al rival, el conjunto de Nervión no salía con el fán dominador que pregona su técnico para ahuyentar los muchos
fantasmas que sobrevolaban sobre un Sánchez-Pizjuán frío, como su equipo.
Con la inclusión de
Kranevitter para reforzar la medular y
Correa como segundo punta, hubo que esperar once minutos para ver una acción con peligro sevillista. La primera y casi la última de un pobre primer acto.
Vitolo, quien si no, agarraba el esférico y lo conducía con su habitual explosividad hasta el área asturiana, donde
Nasri disparaba flojo a las manos de
Cuéllar.
El franco-argelino, en esta ocasión, partía desde la derecha pero con libertad para bajar a recibir y ayudar en la salida. Eso en la teoría.
En la práctica, nada de nada. El jugador cedido por el City, insustituible para
Sampaoli pese a su evidente bajón, no aportaba la claridad necesaria para desarmar la poblada defensa rojiblanca. Ni él ni ninguno de sus compañeros.
El Sevilla tenía el balón y acumulaba gente en campo contrario, lasterales incluidos, pero sus
largas posesiones, lejos del área rival, no conducían a nada. Todo muy
previsible y
sencillo para un
Sporting que plantaba dos líneas muy juntas, con las que no pasaba apuros, y no renunciaba a salir a la contra, siendo
Burgui, por el costado zurdo, su principal estilete.
Sin embargo, era un error nervionese lo que concedía otra clara ocasión al conjunto asturiano, pero el disparo de
Lillo, que entraba solo por la derecha, se marchó muy alto en el ecuadro del primer tiempo.
Poco antes,
Correa había probado fortuna con un disparo lejano, y a continuación era
Vitolo quien sacaba un centro raso que no encontraba rematador. Apenas dos chispazos dentro de la monotonía de un dominio plano y ficticio, sin velocidad y sin movimientos, con todos los blanquuirrojos parados mientras esperaban un balón al pie.
Y suerte que
Vicandi Garrido corrigió con acierto su primera decisión, a la media hora de partido, y dio marcha atrás después de señalar un penalti en el área de
Sergio Rico que vanía precedido de un fuera de juego.
Con todo, otra arrancada de
Vitolo, tras un robo, propició una clara ocasión que el desaparecido Ben Yedder, con un chut flojo, no supo aprovechar al filo del descanso. Una acción a la que
Burgui respondía con un envenenado chut, alcanzándose el descanso con el Sevilla pidiendo penalti por un agarrón sobre
Sarabia y entre tímidos silbidos como sentencia al pobre juego de un equipo sin alma.
Urgía una reacción. Agitar a un bloque atenazado. Pero Sampaoli decidió salir con los
mismos once futbolistas tras el intermedio, esperando casi un
cuarto de hora para realizar un doble cambio de hombre por hombre. Nada nuevo.
Nada de ese revolucionario estilo que tantos elogios recibía hace bien poco. Aunque es cierto que su equipo salió algo más enchufado y sólo hubo que esperar tres minutos para ver a
Vitolo plantarse en el área, recortar a
Lillo y sacarse un ajustado disparo al palo que sacó
Cuéllar con un paradón.
Los nervionenses exhibían más
alegría en su juego, más velocidad, aunque el Sporting no renunciaba a salir y también rozaba el gol con un chut de
Xavi Torres que tocó en Lenglet y se marchó fuera poco poco, con Rico descolocado.
Se vivía por momentos un
peligroso ida y vuelta, aunque la necesidad sevillista y el conformismo asturiano iban volcando el campo con el paso de los minutos hacia el portal de un
Cuéllar que se crecía, se bien era realmente su falta de puntería la que verdaderamente lastraba a los sevillistas.
Tuvieron el gol
Vitolo e Iborra en sendos cabezazos casi consecutivos que no encontraron portería. Tampoco lo consiguió ya en el 79´
N´Zonzi, que se llenó de balón y lo mandó a las nubes.
Todo ello, sin faltar previamente su ración de polémica, pues los blanquirrojos volvieron a pedir penalti por una mano de
Amorebieta, que poco antes mereció la segunda amarilla y su consiguiente expulsión.
Así, con
mayor ímpetu pero sin el acierto necesario para acabar con la resistencia de un limitado adversario, el partido moría con un centro de
Sarabia al que no legaba Iborra o un disparo de Jovetic que se marchaba rozando el palo izquierdo.
Estertores de un Sevilla herido de muerte. En manos de Sampaoli está revivirlo, aunque el
miércoles toca visitar al Barça y no se percibe la más mínima señal de recuperación.
- Ficha técnica:
0 - Sevilla: Sergio Rico; Mariano, Nico Pareja, Lenglet, Sarabia; Kranevitter (Jovetic, m.60), N'Zonzi; Vitolo, Nasri, Correa (Vietto, m.81); y Ben Yedder (Iborra, m.60).
0 - Sporting: Cuéllar; Lillo, Babin, Amorebieta (Juan Rodríguez, m.67), Canella; Mikel Vesga, Carmona, Sergio Álvarez, Xavi Torres; Burgui (Isma López, m.81) y Carlos Castro (Traore, m.71).
Árbitro: Iñaki Vicandi Garrido (Comité Vasco). Amonestó a los visitantes Mikel Vesga (m.34), Lillo (m.58), Amorebieta (m.60) y Xavi Torres (m.78) y a los locales Nico Pareja (m.59), Nasri (m.75) y Mariano (m.83).
Incidencias: Partido de la vigésima novena jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante algo más de 31.000 espectadores. Antes del encuentro se guardó un minuto de silencio por José Luis Garzón, exfutbolista del Sevilla y del Sporting de Gijón en la década de los setenta, y también por otro exjugador del Sevilla, Ángel Olivero, ambos fallecidos recientemente.