El sello de
Eduardo Berizzo es inconfundible. En tres temporadas como celeste, el argentino se ha ganado los elogios de toda la comunidad futbolística por un estilo muy vistoso y ofensivo al que nunca renuncia. Tampoco cuando prescinde de sus mejores piezas, como viene haciendo desde que el
Celta se descolgó de los puestos continentales en LaLiga y volcó todos sus esfuerzos en una
Europa League en la que ya está 'semis'.
Con unos mimbres u otros y acostumbrado a jugar tres partidos por semana, el guion suele ser el mismo. Bajo un 1-4-3-3, que en ocasiones muta al 1-4-2-3-1, el 'Toto' apuesta por dominar a través de la posesión e intentar vivir en campo contrario, con una presión adelantada que le permite robar cerca del área rival. Para ello, despliega un trivote para
generar superioridad en zona ancha, con jugadores capaces de crear y, al mismo tiempo, de aportar el trabajo necesario para mantener el equilibrio, cada vez más visible en un equipo que sufre más en defensa.
Atrás,
Berizzo confía en centrales con buena salida de balón y, a la vez, corpulentos, mientras que a sus laterales les pide que se conviertan en carrileros para sumarse a un ataque que vive de la movilidad de un tridente en el que los extremos trazan diagonales y el punta no es estático.
Hoy, recuperá a sus teóricos titulares tras rotar ante el
Betis, en un partido en el que erró el planteamiento. "Cambié el dibujo y el equipo no se encontró", dijo tras el choque.
Berizzo ya sabe lo que no debe tocar.