El negro octubre sevillista continúa y lo hace, una vez más, a domicilio, después de tres choques consecutivos lejos del Sánchez-Pizjuán en los que Eduardo Berizzo se ha dejado gran parte de su crédito por el camino.
Cada vez que ha tenido un rival de entidad enfrente,
el Sevilla ha pegado el petardazo. Alarmantemente vulnerable en defensa, inconsistente en el centro y sin pegada arriba, el conjunto nervionense se ha visto despojado del paraguas de los resultados, ese que tapaba su pobre juego desde que el balón de verdad echó a rodar en Estambul, y ha quedado al descubierto como un equipo que no se sabe muy bien a qué juega.
Pero si alguien esperaba una revolución, un drástico giro de timón, mejor que espere sentado. En otros tiempos, con entrenadores que también vivieron crisis más o menos similares, incluido el tricampeón Emery, Monchi bajaba al vestuario y aconsejaba algún cambio a la postre providencial. Pero ni parece que
Óscar Arias tenga esos galones ni al ‘Toto’ se le ve muy por labor de renunciar a sus ideas. Como sea de aquellos que prefieren morir con ellas, quizás esté cavando su propia tumba.
El tiempo dará y quitará razones. Aunque el del argentino, pese a la ratificación de Castro, puede que se agote con
Leganés y Spartak. Pero antes de esos dos próximos envites en el fortín que debe ser la ‘Bombonera’, los sevillistas tienen ante sí una buena oportunidad para ganar tiempo. No se espera otra cosa que la victoria ante un Segunda B, ventaja ganada en la Copa por su condición de equipo europeo.
Pero hay maneras y maneras...La segunda unidad, que visto el rendimiento de la primera tiene ante sí la posibilidad de ganarse un sitio, debe responder en Cartagena y aliviar así una crisis de la que se seguirá hablando al menos hasta el sábado, aunque la verdadera prueba de fuego llegará el miércoles siguiente, con la visita de los moscovitas y el pase a las eliminatorias de la Champions en juego.
Hoy, en cambio, debe ser un día para recuperar sensaciones, que también las ha habido positivas desde que Berizzo se sienta en el banco. Y con ese objetivo, el ex del Celta confiará en los menos habituales, como el inédito Geis, cuyo fichaje cuesta comprender,
Carole, Sarabia, Correa y, especialmente, el desaparecido
Borja Lasso y el incomprendido Ganso, al que borró de su once de golpe y porrazo, cuando era uno de sus mejores hombres; con sus cosas, pero decisivo.
Además, sin margen de maniobra en la zaga, Berizzo tiene ante sí la opción de probar a Pizarro en el eje en busca de soluciones futuras, ya que Lenglet viaja pero salió tocado de Mestalla, como Nolito, y está a una amarilla de la suspensión en Liga; y tampoco ha desplazado a Kjaer, que se quedó en Sevilla con
Banega y Escudero, amén de los lesionados N’Zonzi, Pareja y Carriço.
En ataque, por su parte,
Muriel podría tener otra oportunidad para coger confianza ante un rival inferior a todas luces, y que tirará también de suplentes, aunque contará con la especial motivación de enfrentarse a uno de los poderosos del fútbol patrio en los últimos tiempos. Su técnico,
Alberto Monteagudo, ha avisado además de que intentará robarle la pelota a los sevillistas y que estos corran hacia atrás. Pero todo ello no debe impedir que Berizzo y los suyos se tomen hoy una Copa con la que ahogar las penas.
Fernando Mateos4 min lectura