Final de la Copa del Rey

Sevilla FC 0-5 Barcelona: Lágrimas por el Sevilla que se fue

Sevilla FC 0-5 Barcelona: Lágrimas por el Sevilla que se fue
- Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 8 min lectura
Un pequeño lloraba desconsolado en la grada tras el cuarto del Barcelona. Con la cabeza agachada, apoyada sobre la valla. Su padre le acariciaba la cabeza para consolarle cuando realmente sufría por dentro la misma impotencia que su hijo y que la totalidad del sevillismo al contemplar cómo se arrastraba su equipo en una final, el mismo que antaño moría sobre el césped antes que rendirse. El mismo que entregaba su corazón y compensaba sus errores con coraje y una fe inquebrantables.

Aquel Sevilla campeón del que la afición sevillista se sentía orgulloso aunque cayese, porque habían vaciado sus pulmones, defendido el escudo hasta el último aliento. El chaval lloraba por que aquel Sevilla se había marchado, porque anoche no compareció en el Wanda y en su lugar se presentó un equipo pusilánime, sin pasión, derrotado desde el pitido inicial. Nunca creyó. En ningún momento respetó a la afición después de horas y horas de coche, sin apenas dormir por el madrugón para estar con sus colores, para arropar a un Sevilla que nunca se contagió de su entusiasmo y tendió la alfombra roja a un Barcelona que brilló en plena oscuridad nervionense. Lo tuvo fácil. Demasiado. Porque no les apretaron y los astros andaban sueltos, con sus marcadores parados a la espera de que inventaran, de que hicieran y deshicieran a su antojo. Imposible de explicar esa actitud. Ni siquiera sirve como excusa el déficit de confianza, el patente miedo al potencial azulgrana o la nula gestión psicológica de Montella. Para echar narices basta con ganas, y, salvo excepciones, los futbolistas no se dignaron a competir, una realidad bochornosa y completamente indignante que sitúa al Sevilla con serios problemas para repetir en Europa. Es obvio. Ha terminado un ciclo.

Deja fuera a Sandro
La única incógnita en el once residía en la punta de lanza y Montella la resolvió sin contar con Sandro por su predilección por Muriel y la consideración de que sus cualidades se ajustaban más a lo que necesitaban los nervionenses contra los azulgranas. El resto del equipo no admitía dudas, con los efectivos esperados ante un Barcelona con su arsenal en pleno sobre el césped y una disposición ofensiva bajo la consigna de tomar el control desde el inicio, lo que le facilitó un Sevilla timorato, con una presión tímida y una ocupación de espacios deficiente. No se percibía en los nervionenses la tensión y la intensidad necesarias para competir en una final contra el Barcelona, liderado por un Iniesta clarividente y motivadísimo, todo lo contrario que un Franco Vázquez apático que regaló tres servicios en el cuarto de hora inicial. Cada balón dividido, por abajo y por arriba, reflejaba la superioridad azulgrana en un apartado en el que sí también domina el Barça resulta inevitable lo que ocurrió poco en el 14’. Así, después de que Soria salvara heroicamente un primoroso golpe franco de Messi, un balón largo de Cillessen sorprendió a una zaga muy adelantada, Soria no se decidió a salir y Coutinho lo afrontó con ventaja para ceder atrás para que Luis Suárez, ante la pasividad de Mercado, marcara a placer. 0-1. La actitud de los sevillistas presagiaba la goleada. Prácticamente parados en la contención, sin encimar en la cómoda circulación catalana y deshaciéndose del balón sin sonrojo. Sólo Banega y Navas lo intentaban, por amor propio. Un desastre integral a partir de un planteamiento fallido, con el equipo comprimido, sin presionar, pero cediendo espacios para pases filtrados a la espalda de la zaga. Tantas facilidades no tardarían en traducirse en la sangría, primero en una acción culminada por Messi tras combinar Iniesta y Jordi Alba -Navas no recibió ninguna ayuda- y luego con una pared entre Messi y Luis Suárez, con tiempo para pensar y un carril para que el uruguayo penetrara y anotara el tercero. Vergüenza absoluta. El Sevilla estaba derrotado desde el principio, ofreciendo una imagen patética, personificada en el remate sin fe de Correa en el 18’ o la poca convicción con la que Nzonzi metió el pie para desviar un centro potente de Navas. El palaciego ya estaba solo. Abandonado por un equipo despojado de alma, de espíritu. Restaba una parte aún pero ya la única esperanza residía en que no cayera una goleada histórica en una final copera y ni siquiera ésta se prolongó demasiado, pues en 52’, tras un conato impulsado por la entrada de Sandro en la reanudación, caía el cuarto: Luis Suárez le arrebató el esférico a Banega como si fuera un cadete y Messi e Iniesta se aliaron para que el manchego la culminara con un regate a Soria. 0-4. Ni una pizca de casta. Abatidos. Ni siquiera cometían faltas para frenar a los culés, que jamás habrían imaginado una cita tan placentera, siempre con la posesión, con tiempo y espacios para combinar.

En pleno desasosiego Sandro evidenciaba de nuevo el calvario nervionense de cara a portería, marrando delante de Cillessen tras una galopada. El canario se unía a Navas en la cruzada por la dignidad del equipo. Pero era inútil. El Barça pegaba básicamente cuando quería y firmó el quinto por manos de Lenglet antes de que Coutinho batiera a Soria, lo que volvió a hacer el brasileño desde los once metros. 0-5. Ridículo espantoso en todos los sentidos que exige medidas inmediatas de cara a un final de liga dramático, porque la afición, volcada hasta el epílogo pese a la falta de respuesta de los suyos, no se merecía semejante esperpento. Se precisa la reacción que ayer no se produjo en el Wanda para luchar hasta el final por salvar la temporada


- Ficha técnica:

0 - Sevilla: David Soria; Jesús Navas, Mercado, Lenglet, Escudero; Nzonzi, Banega; Pablo Sarabia (Layún, m.83), Franco Vázquez (Nolito, m.86), Correa (Sandro, m.46); y Muriel.

5 - Barcelona: Cillessen; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti, Jordi Alba; Rakitic, Sergio Busquets (Paulinho, m.76), Iniesta (Denis Suárez, m.87), Coutinho (Dembele, m.82); Luis Suárez y Messi.

Goles: 0-1, M.14: Luis Suárez. 0-2, M.31: Messi. 0-3, M.40: Luis Suárez. 0-4, m.52: Iniesta. 0-5, M.69: Coutinho, de penalti.

Árbitro: Jesús Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Mercado (m.34), Escudero (m.38), Iniesta (m.67), Busquets (m.74) y Franco Vázquez (m.74)

Incidencias: final de la Copa del Rey, disputada en el Wanda Metropolitano de Madrid ante unos 67.000 espectadores. Presidió el encuentro el Rey Felipe VI.
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