Hubo quien se alarmó y molestó ayer cuando
Carlo Ancelotti descartó a
Sevilla y
Valencia de la lucha por la
Liga, calificándolo de menosprecio al club de
Nervión. Aún hay quien se ilusiona, rememorando la gesta del
Atlético de la pasada campaña, con que los de
Emery pueden estar ahí hasta el final con los otros cuatro aspirantes y entrar en una guerra de la que podrían salir beneficiados. Incluso el mensaje ha calado entre los jugadores, y líderes del equipo como
Gameiro no descartan alcanzar el título más deseado por el sevillismo si mantienen el ritmo de victorias del inicio de campaña.
Sin embargo, creo que
Ancelotti tiene toda la razón del mundo y que ni
Sevilla ni
Valencia pueden seguir el ritmo de los más poderosos y alcanzar los 90 puntos con los que el pasado año los pupilos de
Simeone se proclamaron campeones. Incluso creo que, pese a que el técnico italiano cuenta este año con los rojiblancos por no menospreciar a los vigentes campeones, no parecen estar al mismo nivel de la campaña pasada ni alcanzar esa barbaridad de puntos, por los que seguramente estará otra vez este año el campeón.
El
Sevilla, digan lo que digan, no está para ganar la
Liga. Es un objetivo que ni se puede exigir ni debe crear desasosiego entre la afición, porque como ayer mismo reiteraron en el merecido homenaje a
Lora tanto
José María García como
José Castro, este campeonato está tan desequilibrado que podría considerarse como el "más adulterado de la historia". Aunque yo añadiría que no menos que las últimas siete Ligas.
El
Sevilla debe centrarse en seguir ganando, en sumar cada fin de semana y, luego, ya veremos a lo que puede aspirar. De momento puede mirar a la
Champions, porque está ahí, luego... ya veremos.