Forzó para no dilatar el reencuentro con su gente, pese a tener tocadas la rodilla y la mano derechas. Se moría de ganas. Y se le notó. Aguantó en el campo algo más de una hora, si bien el esfuerzo obligado por la torpe expulsión de Petros le había ´matado´ nada más volver de vestuarios. Hasta ese momento, un recital del portuense, quien, a su innegable aptitud, incorporó anoche la actitud que hace grandes a determinados futbolistas. Desde su guante de la pierna derecha salieron centros milimétricos, de dulce para los atacantes verdiblancos, desacostumbrados a su pesar a contar con ese manantial para saciarse. En esta plantilla, por muchas cosas, será imprescindible.
Bruno no aprovechó el primero de los regalos, pero la calidad de Rubén completó magistralmente la ecuación al filo del asueto, inaugurando una sociedad que promete fertilidad y alegrías para el beticismo. El ´hijo pródigo´ ha vuelto a casa, al parecer, no en busca de un retiro dorado. En cuanto el físico le acompañe...