Sólo en los nueve meses que llevan Haro y López Catalán van ya tres entrenadores distintos

Poyet, enésima apuesta fallida

Poyet, enésima apuesta fallida
Haro no ha encontrado con Poyet el crecimiento que esperaba. - Carlos del Barco
EFEEFE3 min lectura
Gustavo Poyet, destituido como entrenador del Betis, no ha logrado la ansiada estabilidad en el banquillo de Heliópolis pregonada en su presentación por el presidente verdiblanco, Ángel Haro, quien apostó por el uruguayo para dos temporadas.

Los ilusionantes comienzos de la pretemporada dieron paso a la descarnada realidad de la Liga, en la que Poyet no encontró el rumbo ni dio con la tecla en forma de juego y resultados, lo que se tradujo en dudas, luego en urgencias y, finalmente, en protestas.

Llegó de la mano de Miguel Torrecilla, para consolidar un proyecto estable después de cinco años en los que el banquillo verdiblanco estuvo ocupado por Pepe Mel en dos etapas, Juan Merino en otras tantas, Juan Carlos Garrido, Gabriel Humberto Calderón y Julio Velázquez.
Con la excepción de la 12/13, en la que los béticos terminaron séptimos y accedieron a la Europa League, el club no ha gozado en estos últimos años de la estabilidad necesaria para consolidar un proyecto a medio plazo que vaya más allá de luchar por ascensos y por permanencias.

Para ello llegó Poyet, pero los 11 partidos en los que se sentó en el banquillo han tenido un pobre balance de seis derrotas, tres victorias y dos empates, además de la sensación de no haber encontrado un rumbo.

Ha sido incapaz de encadenar dos victorias consecutivas en un comienzo de temporada en el que, además, sufrió sonrojantes goleadas ante el Barça en el Camp Nou (6-2) y el Real Madrid en casa (1-6) y perdió contra su 'eterno rival', el Sevilla, en el Sánchez Pizjuán (1-0).

Por si fuera poco, entre otras decisiones, sentó en el banquillo al goleador Rubén Castro, condenó al ostracismo a Dani Ceballos y no logró consolidar un patrón de juego, bien con un 1-4-3-3 ó con un 1-4-4-2.

En este sentido, pudo pecar de precipitación, al criticar a una afición descontenta, y de no ser diplomático en su relación con los medios de comunicación, aspecto en el que en un determinado momento pareció plegar velas en busca de unidad.

El detonante del enfado de la afición bética fue la derrota en el Villamarín ante el Espanyol (0-1), con un pobre juego del equipo, incapaz de remontar, lo que se tradujo en la generalización del grito de "Poyet, vete ya" en las gradas. Volver a caer en Villarreal (2-0) precipitó su destitución, aunque para que ésta se produjera tuvieron que pasar cuatro días en los que siguió dirigiendo al equipo hasta que, el viernes, viajó a Londres, oficialmente por "motivos personales", aunque en la práctica, ya virtualmente fuera.
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