Esta semana debía resolverse
la rescisión de Rubén Castro, al que le queda un año de contrato con el Betis, pero del que la entidad puede prescindir abonando una cantidad inferior a lo que cobraría durante la 18/19, habida cuenta de que
no cumplió con las cláusulas recogidas en su contrato para 'blindar' su continuidad (marcar 20 goles o jugar en 15 partidos más de 45 minutos).
En
Las Palmas de Gran Canaria lo esperan con los brazos abiertos, pues Miguel Ángel Ramírez ha puesto sobre su mesa
un contrato de dos temporadas y una tercera opcional, a razón de 1,1 millones de euros brutos, según trascendió, pese a que
Córdoba y, sobre todo,
Málaga aprietan para convencer al dorsal 24.
Ocurre que en Heliópolis vuelven a estar
de uñas con la agencia de Rubén,
Bahía Internacional. La marejada que provocó su papel en la salida hace un año de
Dani Ceballos parecía haber amainado, pero en la planta noble del Benito Villamarín no ha gustado su desempeño en la negociación por
Mikel Merino, con medias verdades y guiños sin fundamento al final.
Por ello, la prisa es ahora de Margarita Garay y Gustavo Cañizares.
A Rubén, gloria. A Bahía, ni agua.