El resumen final para muchos es que el Sevilla no ganó el derbi porque Kévin Gameiro falló las dos ocasiones más claras -y las únicas- del partido. Se critica al galo obviándose que el juego del Sevilla ha bajado muchísimos enteros respecto al año pasado y que el delantero que no se apellida Messi necesita que el resto del equipo le acompañe y le ponga de gol. También se olvida que buena parte de las oportunidades que tiene el galo se las busca él mismo y que aporta otras muchas cosas al equipo. O que el punta titular ahora mismo en Nervión es el suplente de las dos últimas temporadas porque los recambios buscados para Carlos Bacca, Fernando Llorente y Ciro Immobile, están ofreciendo muy poco.
Es posible que el problema no sea Gameiro. El galo, de hecho, firma un tanto cada 136 minutos, el italiano cada 181 (dos de sus tres al Logroñés) y el riojano cada 182. Es bastante probable que todos llevasen más goles si el equipo jugase mejor fuera y podría ser que el equipo estuviese más arriba si sus delanteros fuesen más compatibles entre sí y Emery se atreviese a jugar con dos en partidos o fases de partidos.
El problema del Sevilla no puede ser un delantero que ha firmado casi 50 goles sin haber sido titular, un profesional que nunca ha levantado la voz y que ha seguido trabajando en silencio si no ha jugado o que responde siempre que sale desde el banquillo, siendo, no en vano, el futbolista que ha firmado más dianas como suplente en las cinco grandes ligas de Europa desde la temporada pasada. Quizá Gameiro no sea el problema.
Carlos Pérez
