Sospechaba el resto de clubes implicados en el descenso que el
Granada lo iba a tener fácil en Nervión, que el
Sevilla, con la mente en sus dos finalísimas, no iba a dar la cara. Efectivamente, los de
Jose González se llevaron los tres puntos y, con ellos, la salvación, pero no fue, como creían
Getafe,
Sporting o
Rayo, debido a la desidia del cuadro de Unai Emery.
El motivo, más bien, estuvo en la incapacidad de un 'Plan B', compuesto por menos habituales y canteranos, que no da el nivel para competir en la elite, algo que quedó patente desde el mismo momento en el que el entrenador vasco tuvo que tirar de él para poner lo mejor en la
Copa del Rey y la
Europa League. Por suerte, no es algo ajeno a la dirección deportiva, que trabaja desde hace meses en subsanarlo de cara a la campaña 16/17.
Curiosamente, no dio el
Granada la sensación en 45 minutos de estar jugándose la vida. No en vano, las ocasiones más claras fueron para el
Sevilla: una para
Curro, con talento y tendencia interior para organizar el juego ante la ausencia de
Banega, y tres de
Juan Muñoz, mejor que en anteriores citas, pero igualmente desacertado de cara a puerta. Pese a ello, y como ante el
Shakhtar, el Sevilla encajó un gol a la contra antes del descanso, asumiendo riesgos innecesarios.
Son dos buenos avisos para
Madrid y
Basilea. Los locales estuvieron dignos hasta el 73', cuando
Diego González marcó un golazo en el primer balón que tocaba en Primera. El resto del partido, un despropósito local, es mejor que no se lo cuente a sus nietos. Nadie le dijo ayer a Emery que merece tener minutos en las finales.