España está en octavos de final del Mundial. ¡Y como líder de grupo! Si alguien, hastiado, apagó la tele en el minuto 90 del España-Marruecos, estará hoy ojiplático. A falta de entrenador en el banquillo de la 'Roja' capaz de tomar decisiones que cambien partidos, fue decisivo un VAR de Hierro, que dio validez al golazo de tacón de Aspas que el árbitro anuló por un inexistente fuera de juego y, simultáneamente, decretó un penalti a favor de Irán en el alargue que dio el liderato a la 'Roja'. Hasta entonces, el panorama y la imagen eran dantescos.
La alegría no puede tapar un error de bulto. No se trata de ser oportunista y criticar a Rubiales. Su decisión de fulminar a Lopetegui fue bien vista por la gran mayoría del país; pero su decisión de colocar a Hierro en lugar de a un entrenador de verdad (Celades, por ejemplo) puede costar caro.
No todas las penas se van a ahogar en el VAR. Si puede imprimir ritmo y abrir el campo ante rivales encerrados a los que ha demostrado no conocer; si tarda 75 minutos en mover el banquillo a pesar de que España juega andando, lastrado por el físico de Iniesta y Silva y sin tirar; si está inmóvil... mala cosa.
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