No voy a descubrir a
Deulofeu. Siempre fue un
talento desbocado al que se le han ido quedando pequeños todos los retos hasta dar el salto definitivo a la
elite. En sus años en el
Barça B y a lo largo de toda su trayectoria en las categorías inferiores ha sido siempre el jugador más destacado. Sus dos últimas actuaciones con la
sub 21 no hacen sino confirmar que es un
genio con el balón en los pies al que no se le ha olvidado jugar al fútbol.
Pero eso no es suficiente en el balompié actual. Se lo hizo ver
Luis Enrique cuando le abrió la puerta del
Barcelona y se lo dice claramente
Emery cada vez que lo deja en el banquillo. No hay más que ver las críticas que recibe una estrella mundial como
Bale por falta de compromiso defensivo para hacerse una idea de que el
talento no es la única moneda válida en el fútbol actual, sobre todo en un equipo como el Sevilla y con un entrenador como Emery, que basa una parte muy importante de su éxito en su juego sin balón.
No es el caso de la ‘
Rojita’, cuyo leitmotiv es la
posesión, aunque tampoco la exigencia de los rivales es la misma que en un partido de
Primera división. El ejemplo de lo que hoy día se requiere de un extremo en un equipo que lucha por jugar en Europa lo tiene bien cerca, en un
Vitolo que no es tan habilidoso, tan explosivo o tan
vistoso como el catalán, pero es muy efectivo en todo lo que hace.
Con todo, que Deulofeu se asiente en un equipo de elite es cuestión de tiempo. Eso sí, si no quiere
cambiar de estilo tendrá que hacerlo en un equipo con menos exigencia, en el que sea la estrella indiscutible y juegue
38 partidos al año. Tiene la suerte de que el camino que escoja será el que él decida.
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