Unos, los que mandan, por inexpertos. Otro, el que ficha, porque con los años que lleva en el fútbol en un puesto tan delicado como el suyo, en el que se manejan millones de euros y tan determinante para el éxito y el crecimiento de un club, no debe dejar ningún resquicio a la duda. Entre todos lo mataron y él solito, el
Betis, se murió.
Afortunadamente
, Merino ha cerrado a cal y canto el vestuario, y se centra en entrenar, en exigir a los que se visten de corto, y en tratar de aunar esfuerzos alejado de intrigas, de filtraciones interesadas, de luchas por el poder y de peticiones o sugerencias más o menos atrevidas. ¿Es que no hay solución posible para dar al Betis un marco adecuado, de tranquilidad, en el que desenvolverse para luchar por un objetivo tan delicado como la permanencia? ¿Es que no se enteran unos y otros de que no es el momento de personalismos ni de pensar en traer a un nuevo director deportivo?
El desencuentro en la terna que ejerce el poder en el
Betis (
Haro y
Catalán, por un lado, y
Eduardo Macià por otro) es de dominio público.
El dúo que gobierna no se fía de quien ha confeccionado, con una buena parte heredada, la actual plantilla. Le dieron dinero para fichar y la autonomía que un cargo de esa dimensión merece. Se enamoraron de él pero el desplante de Juande, el desembolso por Damiao (renegociado con éxito a la baja por los dirigentes) y la falta de transparencia (
Macià se niega a reportarlo todo porque todo se filtra) ha roto el ´feeling´ y ya le buscan relevo.
¿Se imaginan firmar a Toni Muñoz, descendiendo el Getafe, y echar a
Macià cumpliendo el objetivo de mantener al
Betis en Primera? Siéntense, díganse otra vez las verdades a la cara y, a su debido tiempo, tomen las decisiones que estimen oportunas. Pero no sigan convirtiendo al
Betis en el mayor enemigo del propio
Betis.