Convertir lo excepcional en habitual en una década eterna. Otra cita histórica que dejará, de alguna forma, otra huella en la memoria. Noche de fuertes sensaciones, de recuerdos acumulados en otros tantos partidos decisivos. Los nervios revoloteando por los estómagos de los sevillistas que se han desplazado a un país,
Ucrania, en guerra; a una ciudad,
Lviv, 'alquilada' para huir de ella por el
Shakhtar, el equipo del 'gol de Palop'; y un día que no será un día cualquiera en los miles de hogares de
Sevilla en los que corre 'sangre roja' y en los que no se perderá detalle de lo que acontezca a tres mil kilómetros de distancia (3.573 por carretera).
Todos con la esperanza de ver al Sevilla foráneo de San Mamés, a ese
Sevilla selectivo que saca la raza y la experiencia de un equipo campeón. Tercera semifinal europea consecutiva. Increíble. Impensable. Inalcanzable, de hecho, para la inmensa mayoría de los grandes equipos de
Europa. La puerta de la gloria que abrió
Puerta hace diez años y que sigue abierta una vez más. Encajada, de momento, apuntando al viaje a una nueva final, la que se disputará en
Basilea el próximo 18 de mayo, cuatro días antes de la final de
Copa.
El único equipo con 4 títulos de
Europa League, aspirando a batir un nuevo récord: convertirse en 'Pentacampeón' de Europa. Títulos cargados de la gozosa memoria que generó el sufrimiento previo a sus conquistas; sueños alcanzados e ilusiones inquietas a la espera de las nuevas emociones que están por llegar. Otra noche que da sentido al sentir sevillista.