Opinión

La flor de Sampaoli

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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La flor de Sampaoli
- Joaquín Adorna
Derramó ríos de tinta la Flor de Emery, ese entrenador conservador, 'amarrategui', al que le acompañó la buena suerte en muchos momentos cruciales. Detrás de Unai había miles de horas de trabajo, y si en fútbol los astros juegan casi siempre en favor de los mismos es porque hay equipos que invierten más millones que otros y tienen, en consecuencia, mejores futbolistas que toman mejores decisiones cuando a otros le tiemblan las piernas.

En el Sevilla de Sampaoli se reúnen algunos de esos condicionantes. Trabajo le queda por hacer, porque aunque él vio un partido diferente al que sufrió la grada, en una primera parte para olvidar quedó claro que es imposible crear fútbol con más de medio equipo parado, estático, sin ofrecerse, sin desmarcarse para dar soluciones a los improvisados 'organizadores' -Rico, Pareja, Rami y N'Zonzi- a los que dejó pequeños un inmenso Roque Mesa -¡qué pelotero lleno de verdad se le ha escapado al Sevilla!-.

Ganso ni se ha bajado del avión; Correa puso más voluntad que acierto; y a Nasri se le ve la magia hasta en los andares. El traspié lo arregló ante un mal árbitro -Juan Martínez Munuera- la picardía de un Vitolo en el mismo estado de gracia que Sarabia. Y la alegría final la dio un chaval, Carlos Fernández, que tuvo los movimientos que faltaron en muchas piernas millonarias.
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