El
Sevilla cumplió el trámite. Con seriedad y aprovechando el sparring para automatizar el ingente caudal ofensivo que genera el sistema implantado por
Sampaoli. Un mundo cada día más diferente, y apunta a mucho mejor, a lo vivido con Emery.
Ganso volvió a confirmar que es un artista capaz de inventar pases maravillosos, especialmente con el tacón; como volvieron a ratificar
Ben Yedder y
Vietto, que juntos multiplican su capacidad goleadora: doble 'hat-trick' del francés y del argentino. Una histórica goleada, en la que también apareció la calidad de Borja Lasso y el compromiso de todo el equipo personalizado en
Pablo Sarabia, que mete al Sevilla en octavos y pone el broche de oro a otro año inolvidable.
La posibilidad de que el sorteo de mañana nos regalara otro
derbi copero murió en tierras gallegas. El
Betis no fue capaz de mantener la ventaja obtenida en el partido de ida. Cuando llega la hora de competir, el equipo de
Víctor, aunque ha mejorado muchísimo con respecto al de
Poyet, también se cae. A punto estuvo de no comparecer en Riazor, esa sensación dejaba el insultante 3-0 del marcador. Sacó orgullo en la adversidad y, al menos, tuvo momentos en los que se metió en la pelea y en los que pareció que iba a ser capaz de dar un vuelco a la continua fatalidad a la que le conduce su destino.
Pero no hay forma. El sistema actual ha entrado en una eterna espiral que genera más de lo mismo. Otra vez un sinsabor en la
Copa del Rey, la competición que tantas ilusiones regala a otros equipos. Otro año en el que, o mucho cambian las cosas, o el
Betis se limitará a intentar amarrar una digna permanencia. En la temporada vendida como la de los hechos, sobran palabras.
Joaquín Adorna
