Opinión

Porque está ahí

Juan Miguel JiménezJuan Miguel Jiménez
2 min lectura
Porque está ahí
- Juan Miguel J. Randado
Antes de desaparecer para siempre en algún punto del Everest en junio de 1924, el montañero británico George Mallory fue muy claro cuando se le cuestionó por la razón que le empujaba a involucrarse en tal desafío. Consciente de lo que hacía, no dudó ni por un instante. No titubeó. "Porque está ahí".

Algo parecido podrían argumentar los conquistadores de lo inútil (Lionel Terray dixit) que el pasado mes de noviembre partieron de Les Sables d'Olonne (Francia) para afrontar la Vendée Globe 2016/2017, la vuelta al mundo a vela en solitario, sin asistencia y sin escalas. La aventura llevada al extremo. Una gesta, la circunnavegación del planeta a todo trapo, al alcance de muy pocos, y que destierra el prejuicio de asociar una imagen elitista a la vela. Deporte con mayúsculas.

Los participantes, como el bombero catalán Didac Costa, sobresalen, amén de por su pericia, por su fortaleza física y mental, la que se precisa para dormir cinco horas diarias -a intervalos de unos 30 minutos- durante tres meses. La que se requiere para luchar contra elementos de todo tipo: icebergs, doldrums (zonas sin viento), tormentas, ofnis (objetos flotantes no identificados)... Resulta difícil imaginarlo. Quizás, salvando las distancias dramáticas de la ficción, baste con ponerse por un momento en la piel del personaje interpretado por Robert Redford en 'Cuando todo está perdido' para hacerse una ligera idea de esa titánica pelea contra todo y todos. Pero ligera, muy ligera.
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