El 2014 acaba en
Nervión como empezó, convulso y envuelto en una clara
guerra de poder que quedó evidenciada durante la
junta de accionistas del pasado 22 de diciembre, cuando quedó patente que la ficticia estabilidad que reinaba en la planta noble del
Sánchez Pizjuán no era más que una teoría, existiendo una guerra fría entre
José Castro y la familia
Del Nido.
Atrás quedaron
12 meses de éxito en los que la entidad blanquirroja tuvo que saber lidiar con numerosos
escollos, siendo el primero, y más importante, el de sufrir un cambio en su presidencia, tras la dimisión de un
José María del Nido condenado por el Tribunal Supremo a siete años de cárcel por su vinculación con el 'Caso Minutas'.
El martes
14 de enero, el consejo de administración del Sevilla ratificaba a
José Castro como nuevo presidente del club, dejando atrás unos días en los que la entidad había carecido de cabeza visible, actuando como tal el empresario utrerano de manera oficiosa. Con ello, un
periodo de transición, únicamente truncado por la entrada en
prisión del otrora presidente Del Nido, quien el 5 de marzo se personaba en la cárcel de Sevilla para cumplir su condena, viendo cómo la recogida de firmas para pedir su
indulto había resultado inútil.
Tras ese duro varapalo, que copó el protagonismo y relevó a un segundo plano lo
deportivo, el azar deparó un
derbi europeo en octavos de la
Europa League, igualando en el Villamarín un 0-2 de la ida e imponiéndose en los penaltis para pasar a la siguiente ronda de una competición que a la postre acabaría ganando el
14 de mayo, tras eliminar en semifinales al
Valencia con un agónico gol de
M'Bia.
Un nuevo
título que devolvió al
Sevilla a la gloria y que acalló en
Nervión todo aquello que no fuera sinónimo de fútbol. Tras ello, el adiós de
Rakitic y una
Supercopa de Europa perdida, dos importantes reveses que fueron menos con otra
Europa League -la tercera- bajo el brazo.