Hay, sin nada extraño ocurre,
Immobile para rato. Tras fracasar las gestiones por Ben Yedder (estaba cerrado, hasta que el presidente del Toulouse cambió las condiciones de la operación, subiendo el precio), el
Sevilla puso sus miras en el delantero italiano. Le llamó directamente Monchi y él no se hizo de rogar. Ahora bien, había un gran problema: no iba a resultar fácil sacarle del
Borussia Dortmund, que abonó por él al Torino sólo un año antes 18,5 millones de euros, mientras que en Nervión no estaban dispuestos, a priori, a pagar más de 10 o 12, a lo sumo.
Con la presión incesante y descarada del futbolista, que alegaba lesiones para no entrenarse ni disputar los amistosos de la gira asiática en la que estaban inmersos los teutones y que ni siquiera hablaba con sus compañeros (en parte, por la dificultad que encontraba para entender el idioma alemán), empezó a despejarse el panorama, aunque la propuesta nervionense no convencía al Dortmund, que exigía 15 kilos por su pase.
El que fuese ‘pichichi’ de la Serie A transalpina no estaba rindiendo como de él se esperaba (acabó con
10 goles y tres asistencias en 1.634 minutos), aunque se debía más a un tema de falta de adaptación (su mujer, amante del sol y de España en general, hizo mucho por abandonar el país y recalar en la capital hispalense) y a la ausencia durante las semanas de trabajo táctico por parte de Jürgen Klopp que a su falta de capacidad.
Monchi estaba convencido de que volvería a brillar en un entorno adecuado, así como de que no existe uno mejor que el que puede ofrecer la entidad de Eduardo Dato. Por ello, ideó una nueva estrategia para ficharle, la cual pasaba por abonar una cantidad elevada por su
cesión para una temporada, esto es,
tres millones de euros, y negociar más tarde una
opción de compra obligatoria, con la que se acabarían rondando los
15 millones de euros que pedía el homólogo alemán del de San Fernando,
Michael Zorc, por el ariete. La relación entre los dos últimos quedó muy deteriorada.
Como en esos casos debe incluirse una condición para la compra definitiva, los clubes han determinado que el Sevilla tendrá que ejecutarla si Immobile participa en un
número de encuentros que en ningún caso será alto, según publicó ayer la revista alemana Kicker. ESTADIO se puso en contacto con su agente,
Marco Sommella, para conocer más del asunto y éste se limitó a decir que todavía tiene “
pendiente una reunión con Monchi”. Igualmente, este diario contactó con fuentes de la entidad hispalense, que precisaron que les resulta imposible aclarar dicho punto porque existe una
cláusula de confidencialidad en su contrato que lo impide.
Delanteros para ratoDe este modo, tras las salidas de Carlos Bacca e Iago Aspas, el Sevilla se ha asegurado una delantera fija para varias temporadas, siempre que Immobile continúe más allá del próximo mes de junio. El italiano, en ese caso, seguiría
cuatro temporadas más, mientras que
Fernando Llorente, quien llegó sin abonarse traspaso alguno por él, está atado hasta
2018, como
Kévin Gameiro, que lleva desde 2013 en la disciplina blanquirroja.
Juan Muñoz, a la esperaEl cuarto en liza en Juan Muñoz, al que sólo le resta
una campaña de contrato y con quien por ahora no hay entendimiento para ampliarlo. Su agente, René Ramos, se encuentra de vacaciones. Se retomará a su vuelta.