La victoria ante el
Barcelona del pasado fin de semana vino como agua de mayo en Nervión, sirviendo para encadenar dos triunfos consecutivos en
Liga y apaciguar unas aguas que bajaban revueltas tras un pésimo inicio liguero que había sumido al equipo en la zona baja de la tabla. Varios fueron, por tanto, los cónclaves llevados a cabo durante la semana pasada entre el director deportivo, el presidente y el entrenador blanquirrojo, llegando a comer juntos en más de una ocasión con la idea de detectar los problemas y encontrar soluciones a la delicada situación, más allá de lo aparente en forma de una plaga de lesiones, que, lógicamente, también ha mermado notablemente al equipo en este inicio.
Pero no ha sido sólo cuestión de
Monchi, sino también de un presidente,
José Castro, que ha mostrado su apoyo en todo momento a
Unai Emery y quien, además, se habría acercado al vestuario en su idea de arengar a las masas y poner de manifiesto personalmente la inmensa confianza que había depositada sobre ellos. Es decir, un minucioso trabajo que ha copado las agendas de la cúpula blanquirroja y que, por tanto, también ha frenado el discurrir de una dirección deportiva que tenía en su 'cola de impresión' la renovación de jugadores como
Krychowiak o
Éver Banega, cuestiones por tratar en estas semanas y que durante los últimos 15 días se han visto totalmente desplazadas por la situación deportiva del equipo.
Un golpe de efecto que, visto lo visto, parece haber funcionado en
Nervión, viéndose en el
Sánchez Pizjuán un conjunto mucho más hecho y parejo al de la temporada pasada, en la que la intensidad y la agresividad fueron dos de los aspectos a destacar por el propio
Unai Emery.
Durante el entrenamiento de ayer, sin ir más lejos, se volvió a ver a
Óscar Arias y
Monchi dialogando con el técnico vasco en la ciudad deportiva sevillista, algo muy habitual en una entidad que trabaja minuciosamente tanto para lo bueno como para lo malo.