Carta al director

Una pasión sevillista

El autor cumple 25 años de carnet.

Una pasión sevillista
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 5 min lectura
Aprovechando el gigantesco vomitorio, por aquello de emplear el término romano y futbolístico, de ideas, creencias, desahogos varios y vaticinios de chamán en el que se convirtió hace tiempo este entramado de redes sociales bajo las que hoy vivimos y de las cuales puedo decir a día de hoy que me sirvo más bien poco, no quería dejar pasar el día de hoy, por ser tan especial para mí, sin agradecerle a mi padre una de las cosas más importantes de mi vida: el haberme hecho y cuidar de que sea sevillista.
El día de hoy -ayer-, en mi caso, carecería de mayor relevancia, más allá de la importancia y el orgullo que todos los sevillistas hemos de sentir porque nuestro equipo cumpla la redonda cifra de los 110 años, si no fuera porque habría de recibir junto a otros semejantes de manos del club el reconocimiento que acredita nuestra fidelidad a estos colores tras 25 años de carnet a nuestras espaldas.
Sería innegable reconocerle este mérito y parte de mi posterior ´engorilamiento´ (perdonadme la palabra) y apego a esta pasión en la que se ha convertido con el paso de los años nuestro equipo a él, a mi padre, ya que desde la perspectiva que me dan los 25 años coincidentes con los que tengo de abono, el 80% de todo esto es gracias a él.
Gracias a él he aprendido que el Sevilla guarda paralelismos con la vida misma porque el Sevilla representa esa fidelidad incorruptible a algo que hoy en día es tan difícil de encontrar. Gracias a mi padre he aprendido que el Sevilla es amor, desamor y perdón, como el de una mujer, que igual que la pasión se desata, se torna en tormento para que después, ante un rencor insostenible en el tiempo durante más de lo que tarda uno en vislumbrar de nuevo los símbolos de nuestro equipo, vuelva a resurgir de forma desbocada.
Gracias a él he sabido llorar con el corazón roto de alegría por los campos de Europa sintiéndome el centro del mismo mundo, yendo de la mano con la responsabilidad que implica el acompañar a nuestro equipo durante tardes castellanas de frío y desazón rodeado de mis compañeros de peña Joaquín y Alejandro, mientras que otros amigos de equipos afines y no afines se unían a nosotros por el simple hecho de constatar nuestra contagiosa locura.
Gracias de nuevo, por sentirme emocionado y dichoso en cualquier punto del mundo donde me he encontrado en la compañía inesperada de cualquier otro sevillista lejos de Nervión, porque a nosotros no nos hace falta ni que nos pongan apellidos detrás del nombre de Sevilla y de nuestra ciudad para sentirnos diferentes y especiales respecto a los demás.
Y por último gracias a ti, Sevilla Fútbol Club, por ser algo único y especial en nuestras existencias para muchos. Por hacernos sentir orgullosos y no tener miedo nunca a decir "Viva el Sevilla" estemos donde estemos.
Es evidente que las letras que preceden las inspiran la nostalgia del día y el no poder asistir físicamente al evento al que me refería por encontrarme viviendo lejos de Nervión, cosa que inflama más si cabe el ´Sevillismo´ de cualquiera (creedme), pero desde el escritorio de mi mesa en la oficina y esta noche con la primera cervecita, hablando con mi hermano y compañero sevillista en la distancia Joaquín sobre el día de hoy, no dudéis que
gritaré "Viva el Sevilla" tras la posterior llamada telefónica a mi padre para dar de nuevo gracias por esto.
No espero que nadie ajeno a nuestra familia sevillista se sienta identificado ni entienda esto, pero es muy grande lo que siento. Y de nuevo, para acabar, lo dicho: ¡¡VIVA EL SEVILLA!!
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