Su faceta más personal

Monchi: "Con cinco años soñaba con ser futbolista, no director deportivo"

Monchi: "Con cinco años soñaba con ser futbolista, no director deportivo"
Monchi posa para ESTADIO Deportivo en el Sánchez Pizjuán. - Alejandro Sáez / Aitor Torvisco
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 18 min lectura
Si satisfecho con su trabajo se expresó Monchi durante la primera parte de la entrevista con ESTADIO Deportivo, no menos relajado se mostró cuando poco a poco fue abriéndose durante una conversación que acabó discurriendo hacia esa faceta más personal y menos conocida de un director deportivo que habla del Sevilla no como su club, sino como su filosofía de vida. Y es que el de San Fernando, que no tuvo la suerte de nacer sevillista, sí tuvo la oportunidad de hacerse blanquirrojo y de transmitir ese gen a los suyos. Un premio que, como si de un Euromillón se tratase, le llegó "de la noche a la mañana" tras haber cumplido su sueño de pequeño, cuando jugaba en los campos de arena.

- Da la sensación de que el Monchi de los últimos tiempos nada tiene que ver con el de años atrás. Mucho más cercano y próximo a la prensa como a la afición.
- Creo que he madurado y crecido mucho durante los dos años que las cosas salieron mal. Ahí aprendí mucho y también reflexioné. Al final sales a la calle y ves todos los problemas que hay. Te miras a ti y piensas: ´pero si eres un afortunado; no, lo siguiente´. ¿Me voy a ofuscar con todo lo que me ha dado la vida? Hay que ser accesible, coherente con las situaciones y olvidarse un poco de la frustración. Al final tengo la fortuna de haber vivido la mejor época del Sevilla y de estar dentro del club.

- Estar dentro del club y siendo, además, partícipe directo de todos sus éxitos.
- Como digo yo, esto tiene muchos padres afortunadamente. Y el puzle lo hemos construido entre muchos. Soy director deportivo del Sevilla y se lo tengo que agradecer a todos: a las personas que han confiado en mí, a la afición; también a la prensa, que me ha tratado normalmente con respeto. Por eso intento estar en el límite de, no radiar todo lo que hago, pero sí de ser una persona abierta. Incluso en mis ruedas de prensa creo que he mejorado, que intento ser mucho más claro y asumir las circunstancias con normalidad. Al final, hay un elemento clave y ese es que al trabajo le dedico cada día más. A veces salen las cosas bien y a veces no, pero yo duermo por las noches tranquilo, habiendo hecho las gestiones necesarias a favor del club. Si luego han salido o no... También es cierto que a veces hay una pizca de fortuna. Tengo que asumir las criticas, unas me gustan más y otras menos, pero si son respetuosas pues las tengo que asumir. Igual que no le regalo un jamón al que me dice qué bueno eres, tampoco voy a ir a buscar a su casa al que me dice qué malo eres; sería absurdo. Por otro lado, también he tenido circunstancias personales que me han hecho crecer como persona, lo he pasado mal por distintas circunstancias a nivel familiar que me han hecho ser más fuerte y al final esto lo valoro como algo que es un premio. Lo hablo mucho con el fanático que tengo en casa, que es mi hijo. Le digo: ´valóralo, que no tienes ni idea lo que estás viviendo´. Eso también lo hago yo para mí, como director deportivo y como sevillista. Por todo eso te merece la pena soportar las cosas con mucha más tranquilidad.

- Hubo un momento de críticas en el que la situación parecía realmente de vida o muerte.
- Sí, hubo un momento en el que dijimos eso, en el verano de la 13/14. Asumimos el momento de decir que si esto no iba hacia delante, pues dar las gracias por todo y Monchi para la isla (de San Fernando). Nadie es eterno ni tan necesario como para pensar que esto se acaba si no está Pepito o Fulanito. Afortunadamente, la estructura del Sevilla está tan consolidada que las piezas se pueden ir cambiando sin problemas. Creo que he madurado y que la ofuscación no hace más que mermar tu rendimiento y acortar tu visión. Yo, el tiempo que estuve en Londres, también creo que me sirvió mucho para ver las cosas con una perspectiva mayor. Pero, eso sí, yo sigo sufriendo igual, que parece con esto que os estoy contando que veo los partidos como si nada. Sigo pasándolo igual de mal y si perdemos me quiero tirar por un balcón; eso no va a cambiar. Pero, sí soy capaz de regenerar un poco las situaciones y de buscar la parte positiva que tienen todas las cosas.

- Si difícil deber ser el ser director deportivo del Sevilla, también tiene que serlo ser su hijo, su hija o su esposa.
- Sí. Pero yo tengo la suerte de que mi familia me conoce muy bien y que saben que soy una persona sin consuelo. Yo no tengo consuelo cuando perdemos, que nadie me diga que no pasa nada cuando lo hacemos porque si no me enfado aún más. Siempre pongo como ejemplo que el día que perdemos es el peor día de mi vida. Mi familia me conoce porque siempre he sido así. Como ellos lo saben, pues saben cuándo tienen que estar a un lado y cuando a otro. Mi mujer, mis hijos, no son hijos de Monchi o mujer de Monchi. Mi hijo, viendo al Sevilla, viaja en todos los partidos. Pero, nunca viaja como hijo de Monchi, sino como cualquier otro; coge un avión, luego un coche; en autobús... Pagando su entrada. Nunca habrás visto una entrevista de mi mujer. Por eso hablamos poco de fútbol cuando no se tiene que hablar; hablamos de carnavales, que nos gusta a todos. Ahí tengo muchas suerte, porque ellos me ayudan mucho. Te pongo un ejemplo: mi madre me llama siempre cuando ganamos, y si perdemos o empatamos, nunca lo hace. Es la primera que lo hace cuando ganamos, no falla. Pero sabe que soy así desde chico. Y es que a mí me decían de pequeño ´El Picaito´ los amigos del barrio. Es que soy así. Nosotros jugábamos un partido con el Águila, que era mi equipo, y si íbamos ganando por 6-0 y me metían un gol, yo me ponía a llorar. Porque era muy responsable con todo lo que era mi actuación y eso lo saben todos mis amigos, todos los que me conocen. El que me conoce, me quiere. Y el que me quiere, es porque me conoce y sabe cómo soy.

- Habla de la estructura del Sevilla como un puzle formado por muchas piezas. Pero la única pieza que aún no se ha tocado es la de Monchi. ¿Y si esa es la importante?
- Yo creo que no. Es la respuesta tipo; evidentemente, no voy a decir que si me voy yo se cae el mundo. Pero, en serio, ya hablando con confianza. Yo creo que la estructura del club es lo que ha hecho que, a pesar de que se hayan ido piezas muy importantes, sigamos así.

- Con el cambio entre Del Nido y Castro hubo muchas dudas.
- La principal virtud que tuvo José María del Nido fue la de crear una estructura de empresa. Roberto Alés tuvo una virtud muy importante, que fue la de hacernos ver la realidad a todos y desde ahí construir. José María posibilitó que esa estructura esté muy por encima de las piezas o de las personas y que eso, a pesar de que se hayan ido piezas importantes como el propio Del Nido, el club no lo haya notado. Creo que el día que Monchi no esté, pues el engranaje está tan bien engrasado que no vamos a tener muchos problemas. Deseo que sea así, porque yo dejaría de ser director deportivo pero no de ser sevillista. Quiero que el equipo siga ganando y, además, estoy convencido de que la estructura del Sevilla puede soportar cualquier marcha, incluida la mía.

- ¿Y ese día cómo lo espera?
- No sé. Mi idea, la verdad, es irme a descansar un poco. ¿Cuánto tiempo necesito de descanso? Pues no lo sé, pero a mí me apetece mucho ir a ver al Sevilla sin la presión de tener que bajar al vestuario, de tener que estar en la comida con el equipo. Ayer -por el jueves- terminó el partido y la gente me decía que me riera, pero yo estaba ya pensando en el partido del domingo; en como enfocarlo, porque es un partido difícil. Me apetece mucho disfrutar del Sevilla, que hasta el día de hoy lo he disfrutado muy poco. Y para ello debo dejar de tener vinculación con el equipo, sólo sentimental. No sé qué tiempo de descanso será necesario: un mes, tres meses o un año... Tampoco me veo muy longevo en este puesto, ni en el del Sevilla ni en el ningún otro equipo. Porque yo soy una persona normal; no necesito muchas cosas especiales para poder vivir. Me veo viniendo a ver el Sevilla desde San Fernando y escuchando carnavales en el coche.


- Vamos, que piensa volverse a su tierra.
- A priori sí, pero bueno... También tengo la fortuna de estar a una hora de San Fernando y en Sevilla llevo 28 años. Pero sí, me gustaría estar allí y disfrutar de placeres que a día de hoy no me permite mi puesto. Vivir en San Fernando, en la autopista escuchando carnaval y viniendo a ver al Sevilla; ese sería mi retiro ideal.

- Lo ha vivido todo con el Sevilla, desde un descenso a Segunda B hasta ganar cuatro Europa Leagues o disputar la Champions. ¿Con qué se queda?
- Es difícil en una respuesta contar todo lo vivido. Pero creo que he tenido mucha suerte. Ten en cuenta que yo llego al Sevilla B y que el primer año apenas juego; el segundo sí. Me pasan al primer equipo y soy profesional del primer plantel durante diez años. De la noche a la mañana, me nombran director deportivo del primer equipo y llevo ya 16 temporadas; hemos ganado todo lo que hemos ganado... Soy una persona que ha tenido mucha suerte, sólo puedo resumirlo así. El Sevilla me ha dado tanto, tanto, tanto... Es imposible que yo se lo pueda devolver, porque tendría que vivir muchas vidas para poder devolvérselo. ¿Con qué etapa me quedo? Tu dirás, con la de director deportivo, que es la de los éxitos. Bueno, quizás... Pero no sé. Porque el Monchi de cinco años, el que jugaba en la calle y tomaba biberón; ese quería ser futbolista. Y he sido futbolista; yo no quería ser director deportivo, yo quería ser futbolista. Y he sido futbolista diez años en un club importante como el Sevilla. Esa etapa, para mí, es muy bonita, porque es el sueño de un chaval. Si me dices como sevillista, pues la etapa de director deportivo, porque he vivido todo eso que he podido vivir. Yo estoy muy orgulloso de haber podido ser futbolista profesional, porque era mi sueño de pequeñito, cuando jugaba en la calle en un campo de arena. Lo de director deportivo fue la Bonoloto; el Euromillón. Como si me tocara dos veces los cupones.

- Hablando durante la previa ante el Logroñés con el exsevillista Pedro, que compartió banquillo con usted en Nervión. Cayó varias veces en que usted, al igual que él, eran de los que menos jugaban en ese Sevilla, pero que, en cambio, nunca tuvo una mala palabra. ¿Ahora, en cambio, preferiría a un Monchi que sume o a un Iago Aspas que exige su sitio y que muestra su enfado cuando no lo tiene?
- Iago es un director deportivo en potencia. Yo prefiero a Iago, quizás Monchi era demasiado conformista y demasiado cómodo, entre comillas. Yo era un tío que sumaba en el vestuario, porque quería que el Sevilla ganara. Pero quizá me faltó esa pizca de querer más. Iago es un tipo que reclama su titularidad desde el trabajo y desde el apoyo de sus compañeros. Podía enfadarse, pero después irse a hablar con Diogo para decirle: ´Ten cuidado que el extremo izquierdo regatea para fuera´, o hablar con el portero y decirle: ´Ten cuidado, que éste define por bajo o que los penaltis los tira así´. Yo eso lo quiero también en mi vestuario. El jugador conformista no me gusta; desde el respeto y desde el trabajo se puede reivindicar todo y Iago lo hacía. Lo que pasa es que tenía por delante a un tal Carlos Bacca y un tal Kévin Gameiro. Hay una foto muy buena de la final de Varsovia, en el gol de Bacca, donde enfocan al banquillo. Se ve a Iago y a Deulofeu pegando un salto de alegría de un metro sobre el terreno de juego; esa foto resume a este vestuario. Dos jugadores prácticamente olvidados celebrando el gol de su equipo. Uno, en el caso de Deulofeu, que terminaba su cesión, y otro, Iago, que no sabía aún. Yo, que soy muy bilardista, me fijo mucho en el vestuario cuando el Sevilla mete un gol. El jueves, ante el Celta, cuando hicimos el tercero y el cuarto, vi a todo el mundo abrazado. David Soria, que podía tener cierto malestar porque no jugó, estaba loco de contento; si eso funciona, el equipo va bien.

- Se le saltan las lágrimas cuando habla del Sevilla.
- No sé si se me saltan las lágrimas, pero sí se me encoge la voz porque yo, en realidad, soy muy llorón. Cuando hablo del Sevilla no hablo de mi club, hablo de mi vida; son ya muchos años aquí; 28. El otro día, cuando iba a mi casa dándole vueltas al partido del domingo, lo que me alegraba era ver a al gente disfrutar de todo ello, porque éramos responsables de esa alegría.
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