El Sevilla especuló y le salió rana. Y gracias, porque pudo ser peor. Criticar a posteriori la estrategia de Emery puede resultar ventajista porque si alguien analiza previamente cómo iba a ser el choque hubiera hecho lo mismo. De salida, controlar al rival y aprovechar sus puntos débiles -o más bien, los fuertes del Sevilla-, evitar que llegase a tu área y buscar las contras o las jugadas de estrategia. Y si eso no acaba por romper su resistencia, tal vez, como ocurrió, porque Berizzo fue demasiado precavido, meter velocidad (Gameiro) y precisión (Banega) en la segunda mitad. Todo estaba fríamente calculado, salvo la expulsión de Fazio. No me gusta cebarme en errores, pero esta vez fue clave, porque pese al gol de Carriço, dejó crecer a su rival y acabar con todo el plan. Así, un punto es bueno.