No será el
Sevilla-Valencia un partido que
Sampaoli guarde en su videoteca. Los tres puntos fueron la mejor noticia para un equipo que acusó el esfuerzo del duelo de Champions y fue mejor en las áreas, que al fin y al cabo es donde se deciden los partidos.
En fútbol, casi tan importante es ganar cuando eres superior, como cuando no lo eres.
Sampaoli, que en la previa se quejó de la falta acierto ante el arco contrario, se encontró con dos goles con un único tiro entre los tres palos. Repitió esquema el argentino con tres centrales y la novedad de Sarabia como carrilero por la derecha -acabaría de lateral zurdo-. También salió el
Valencia con defensa de cinco, pero con un doble pivote defensivo y la intención más de anular las virtudes del
Sevilla que potenciar las propias. Demostró
Prandelli conocer a su rival y ser un buen estratega. Supo presionar arriba la salida de un Sevilla especialmente negado en el inicio de la jugada y evitó que los interiores nervionenses,
N'Zonzi, Escudero, Vitolo y Mudo, pudieran combinar con fluidez. Kranevitter apenas se dejó ver y el
Sevilla, que buscó la superioridad metiendo a Escudero algo más por dentro, no logró el control de la medular. Sólo les quedó a los nervionenses la salida por la derecha, a la espalda de Siqueira a través de Siqueira. Al
Valencia le faltó un plan en ataque más allá de los lanzamientos a balón parado de Parejo.
El gol del
Sevilla, con otra acción a la espalda de Siqueira, le quitó el corsé al duelo. Se animó más el Valencia hasta encontrar el tanto del empate, pero es un equipo gafado este curso y
Pareja volvió a establecer la ventaja. Tras el 2-1 le faltó al
Sevilla ese juego de posesión para adormecer el duelo -faltos de temple
Correa y Kiyotake-, que se jugó siempre a un ritmo que no le convino. También malgastó sus contras y al final se encomendó a un paradón de Rico en un triunfo que no deja la huella que pretende el técnico cada partido, pero sí pone al Sevilla segundo.