Resta saber si el nuevo cambio tiene continuidad en Riazor o queda como un ajuste puntual por las especiales características del Villarreal, un equipo camaleónico que no sólo juega con dos puntas, sino que se adapta a llevar la iniciativa o a matarte a la contra, según convenga. Además,
las lesiones y sanciones seguramente condicionarán el plan de Setién, un entrenador que,
pese a la fama de inflexible, ha ido adaptando esta temporada su estilo según las circunstancias.
Así, el 1-4-1-4-1 que parecía intocable se transformó desde el Betis-Atlético más en un
1-4-2-3-1, con Fabián más cerca del pivote. Ayer, ante los castellonenses, se le vio de inicio por primera vez con tres centrales, ejerciendo
Bartra de libre entre Mandi y Feddal.
Sin Joaquín por sanción, el míster santanderino sacrificó los extremos para dar todas las bandas a los laterales, Barragán y Durmisi, ganando salida limpia desde atrás y un efectivo más por dentro para la presión, que fue altísima y dificultó mucho la salida de balón del conjunto amarillo. Además, la tempranera expulsión de Bonera eliminó un problema para los heliopolitanos, que pudieron adelantar un poco la retaguardia y plantarla en el centro del campo, con lo que redujeron los espacios, imponiendo también una mayor intensidad, con Amat cubriendo las espaldas de Fabián y Guardado, liberándolos de tareas defensivas. Arriba, Rubén Castro quedó un poco aislado, si bien
Loren, que colaboró también en el achique y retuvo balones para las segundas jugadas con acierto, apareció muchas veces por sorpresa, jugando a ejercer de referencia o a descolgarse.