La derrota del
Betis (1-2) en el derbi del pasado domingo en el Benito Villamarín dejó muy
crispado el ambiente en Heliópolis, con los aficionados verdiblancos
hartos de estar hartos y viendo que su equipo no termina de despegar ni de cumplir con las expectativas generadas.
En este contexto, no extrañó que un grupo minoritario de aficionados, al término del encuentro ante el Sevilla, esperasen a los jugadores a la salida del parking del estadio para pedirles
explicaciones, en alguno de los casos, y más
implicación, en otros.
Llamó poderosamente la atención que uno de los jugadores,
Borja Iglesias, el fichaje más caro de la temporada y que no está rindiendo como se esperaba, no tuviera reparos en pararse para atender a este reducido grupo de hinchas, con los que charló de manera calmada y se comprometió a
seguir peleando para tratar de sacar al equipo de la delicada situación por la que atraviesa.
El Panda, que hasta el momento
sólo lleva un gol (ante el Levante en la jornada 6) ha sido eclipsado por el buen momento anotador de
Loren Morón y perjudicado por el cambio de sistema. Así, ha sido
suplente en tres de los cuatro últimos encuentros de los heliopolitanos y sólo ha disputado 12 minutos en Granada, 16' en el Santiago Bernabéu de Madrid y los últimos 13' en el derbi.
El Betis encara estas dos semanas de parón desde la
decimoséptima posición con sólo 13 puntos en 13 jornadas, aunque con cuatro unidades de
colchón sobre el Celta, el equipo que marca los puestos de descenso con nueve puntos. La supuesta mejoría ha sido demasiado efímera y eso ha provocado que el cargo de
Rubi como entrenador del Betis
vuelva a estar en el aire.
A priori, el técnico catalán se sentará dentro de dos semanas en
Mestalla, ante el Valencia, en lo que podría ser su última oportunidad de enderezar el rumbo de un equipo que sigue sin arrancar, una vez consumido ya el
primer tercio de LaLiga.