Es
su verdadera obsesión. "Buscar la regularidad en defensa" es lo que más inquieta a
Manuel Pellegrini, quien adiestra al todavía más goleado equipo de LaLiga y uno de los que más encaja en Europa. Hasta 24 tantos en contra. Demasiados, teniendo en cuenta que, hasta la visita de la SD Eibar, encajaba
una media de 2,09 dianas por encuentro, lo que le obligaba a hacer otros tantos para llevarse un punto y hasta tres para ganar. Y así, obviamente, resulta complicado ya no sólo asomarse a la zona alta de la tabla, sino hasta sobrevivir.
Sobre todo,
cuando tus delanteros no andan muy finos. Por ello, debía de buscar soluciones para que el
Real Betis no encajase tanto. Y
soluciones internas, dado que el mercado permanece aún cerrado y que en las arcas, además, sólo hay telarañas. Lo lógico habría sido
cambiar de defensas o de sistema, pero el 'Ingeniero' se las ha ideado para mantener su dibujo habitual y, al mismo tiempo,
reducir de 2,09 a 0,33 el número de goles encajados en los últimos tres partidos.
En parte, porque en la plantilla
no tiene centrales distintos, agresivos, y salir con otros centrales le ha servido de poco; y, en parte, porque
el problema comenzaba más arriba, viéndose la línea defensiva totalmente superada ante la avalancha de rivales en cada ataque que recibía. Cuando el rival goza de ocasiones, éstas son muy claras, desde dentro del área o incluso el área pequeña. No en vano, el conjunto verdiblanco no es, ni mucho menos, de los que más
disparos recibe cada 90 minutos (9,6): tiena
hasta a 13 conjuntos por delante, siendo el
Valencia CF (15,2) el líder de esta negativa estadística.
Lo que le ocurre a la zaga verdiblanca es que comienza a recular tras las pérdidas evitables de sus centrocampistas y que acaba literalmente hundida en su portería, como demuestra que sea
el tercer equipo que menos de LaLiga fueras de juego gana de media (1,8).
Y el Betis de Pellegrini estaba siendo, sobre todo,
vulnerable por fuera, donde tiene a
carrileros (Emerson Royal y Álex Moreno) como laterales y donde
extremos de poco trabajo sin balón, como Joaquín Sánchez y Cristian Tello, no les ayudaban apenas.
El mapa de calor del Athletic, de aquella dolorosa goleada que recibió en el Nuevo San Mamés el Betis (4-0), no dejaba lugar a las dudas:
el cuadro heliopolitano se desangraba por fuera. Y Pellegrini actuó en consecuencia, situando a
Aitor Ruibal por delante del brasileño y a
Andrés Guardado, del catalán.
Así, grosso modo, vencieron los vrdiblancos ante al
CA Osasuna (0-2) y sacaron un empate frente al
Villarreal CF (1-1), lo que, unido al triunfo en la
Copa del Rey frente al UCAM (0-2), ha permitido que se puedan volver a apagar las alarmas. Y hasta en La Condomina tuvo ese aspecto en cuenta un Pellegrini que, ante la obligación de rotar y tener que situar por fuera a dos futbolistas que roban poco, como
Lainez y Joaquín, salió con
dos laterales más fuertes en lo defensivo, como
Montoya y Miranda.
Hará falta algo más de perspectiva para valorarlo, pero todo indica que
Pellegrini ha dado con la fórmula para frenar la sangría de goles en contra. Él, además, lo tiene claro, y asó lo va dejando caer en cada rueda de prensa, desde aquella maldita visita del Eibar.