El peso de la cordura

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El peso de la cordura
- 14/03/2014
Atrás quedaron los derbis broncos, cuyo único atractivo se reducía a la extrema tensión que se vivía en ambos bandos. Atractivo local, al fin y al cabo. Para el resto del mundo eran soporíferos, pese a que desde dentro, emocionados, creyésemos lo contrario. Anoche sí hubo, más allá de lo que dicten hoy los sentimientos, espectáculo. Entre otras cosas porque Emery llevó el partido a la locura, la suya inherente, y se impuso la cordura, la del que jugó pensando que esto duraba 180 minutos.


El Sevilla tuvo más balón y más oportunidades para marcar, sobre todo en la primera parte, pero fue el Betis el que se llevó el gato al agua. Sí, el colista de España, el equipo al que le pedían insistentemente que tirase la competición continental para centrarse en la Liga. Centrarse ayuda, desde luego, aunque lo determinante es trabajar bien en los entrenamientos. Garrido no lo hizo, obviamente. Con Calderón, Dídac y Jordi, los “jugadores retirados”, ahora parecen futbolistas, y más que dignos.


Sólo en la primera parte, el Sevilla disparó en 13 ocasiones, nueve de ellas desde dentro del área. Unas veces apareció Adán (¡qué diferencia tener un portero!) y otras, la impericia de los atacantes locales. Y tuvo muchas oportunidades pese a que el Betis logró secar a Rakitic, tapando los pasillos interiores (enormes Lolo y N’Diaye), porque la defensa bética se mostraba frágil por el costado diestro y en los balones largos. Calderón supo corregirlo tras el descanso, mientras que su homólogo nervionense, imprudente, acabó por tirarse a la piscina, buscando el gol más por acumulación (no se ataca mejor por tener más delanteros) que por orden. Salva Sevilla castigó su locura.
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