Son los mismos. Los mismos que decían que
Sarabia no valía para el Sevilla, porque llegaba de “un equipo menor”. Los mismos que deslizaban que
Jesús Navas venía "de vuelta", por contar 31 años. Los que
tildaban a Ben Yedder de "delanterito", sin haberlo visto antes en el Toulouse y sin reparar en que el ataque posicional de Sampaoli no le beneficiaba. Los que estuvieron a punto de impedir, con sus críticas, que en Nervión disfrutasen de
un delantero del excelso nivel de Luis Fabiano, obviando sus problemas personales y lo complicado, a veces, que resulta una adaptación. Los mismos que
querían que Munir no se pusiese "nunca más la camiseta del Sevilla", después de llegar sin apenas ponerse las botas en toda la temporada y de lesionarse por ello. Los que ahora critican que el entrenador quite del campo al hispano-marroquí en el 60'. Los que opinan
un día blanco y al otro negro, según el resultado que refleje el marcador.
Los que no piensan. Los que sentencian. Los que, por suerte,
no son los encargados de tomar las decisiones en un club, en definitiva.
Son
los mismos que ahora echarían a Banega por su torpe expulsión ante el Girona. Porque
dicen las cosas en caliente. Porque
olvidan el pasado. Porque
no analizan el juego. Porque obvian que es un humano, que no tuvo descanso en verano, que lleva ya
51 partidos (más de 4.000 minutos) en sus piernas, que ha sido el mejor durante buena parte de la temporada, que lleva
ocho goles y once asistencias siendo casi siempre pivote defensivo, que ha jugado
en una posición que no es la suya y sin apenas ayudas, que
dejó de ganar bastante dinero por volver, que
siempre lo ha dado todo o que encontrar otro Banega en el mercado
sería imposible incluso para Monchi...Banega se equivocó, por impotencia o por lo que sea, y
debe ser sancionado por ello. O, como mínimo, reprendido. Pero ya les gustaría a los mismos de siempre equivocarse
la mitad de la mitad de lo que se equivoca Banega desde que lleva puesta la camiseta del Sevilla.