El problema del Betis en años anteriores derivaba de la sensación de improvisación que transmitían las planificaciones, sin una hoja de ruta definida y con apuestas sin demasiado sentido. No se percibía un trabajo concienzudo ni la coherencia necesaria para sentar las bases sobre las que ir creciendo poco a poco.
Este guion cambió radicalmente con la llegada de Serra, siempre con la idea clara del perfil de futbolista que precisaba el Betis para dejar atrás la mediocridad e iniciar un proyecto de largo recorrido, con miras al futuro, como demuestra que el poblero ya trabaja en la plantilla 18/19.
Y lo hace con idéntica filosofía a la utilizada el pasado verano -jugadores españoles o con experiencia en la LaLiga- y muy pendiente del mercado y sus oportunidad. Una labor seria y coherente que invita al bético a seguir ilusionándose.