La famosa inscripción que presidía el santuario dedicado (sobre todo) a Apolo en Delfos ha pasado a la historia como el aforismo de los aforismos. Aquel 'conócete a ti mismo' siempre fue mucho más profundo que un simple ejercicio de introspección, pues desvelaba la fórmula del éxito personal y colectivo, basada en la búsqueda del equilibrio y de la fe para que todo trascienda hacia afuera, hacia lo que nos rodea.
Salvando las distancias, Sevilla y Betis lo consiguieron este domingo, precisamente cuando la falta de gol ponían en cuestión sendos proyectos incipientes. Y en el acierto ante la meta contraria hallaron tanto los de Machín como los de Setién el bálsamo para sus heridas, el justo en ambos casos para solapar otras carencias.
Las penas, lógicamente, son menos con pan en el estómago. Una goleada y un empate de fe que ganan tiempo.
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