Cuando se apunta alto, la paciencia se erige en la principal de las virtudes para no precipitarse y esperar el momento oportuno para alcanzar los objetivos.
Obviamente, en un contexto con plazos, como es el mercado de fichajes, llega el momento de decidir si se actúa o se aparca definitivamente esa opción prioritaria, pero no cabe duda de que conformar una plantilla para aspirar a
Champions se precisa jugar con los tiempos para no asumir un desembolso mayor del correspondiente y firmar por el menor coste posible.
En estas lides
Monchi se maneja a la perfección, porque sabe cómo late el mercado y tensa la cuerda al máximo, como en el caso de
Jordán o
Bourigeaud.
También conoce bien dónde están los límites y no los traspasa bajo ningún concepto. Si ahora es inviable
Luis Alberto por la negativa a negociar de la
Lazio, que podría ser una forma de presionar, no dudará en dejarlo a un lado para seguir atento por si la situación cambia algo de aquí al final de la ventana de transferencias.
No es infalible, lógicamente, pero la experiencia le marca el camino a
Monchi en su regreso.