Basta echar un rápido vistazo a la historia para comprobar que muchos de los futbolistas españoles que se han proclamado campeones de
Europa en la categoría sub 21 han acabado teniendo brillantes carreras al máximo nivel.
Desde la España de
Sanchís, Gabino o Robert Fernández campeona en 1986; a la que hizo lo propio doce años más tarde -1998- con
Valerón, Míchel Salgado, Guti, los exbéticos
Benjamín,
Ito,
Iván Pérez , o el exsevillista
Salva Ballesta; o las dos últimas, en 2011 (con
De Gea, Azpilicueta, Dani Parejo, Capel, Javi Martínez, Muniain...) y 2013 (con los béticos
Joel, Bartra, Canales y Tello; los sevillistas Alberto Moreno y Pablo Sarabia; junto a
Carvajal, Illarramendi, Morata... y otros muchos nombres ilustres).
Este nuevo título continental, el quinto, ha dado visibilidad a otra generación que, en el caso del
Betis (
Fabián, Ceballos y Junior), pone de manifiesto la importancia de apostar por la cantera.
En Andalucía hay talento y, aunque a veces hay genios naturales que triunfan porque están destinados a hacerlo, merece la pena cuidar a quienes se forman en la base del club.
La cantera da identidad a un equipo de fútbol, aporta el sentimiento de pertenencia con el que se identifican también los aficionados y, con un poco de suerte, puede generar un retorno millonario a las arcas del club.
La historia está llena de ejemplos que marcan el camino del éxito.