El poder del dinero ha consumido la verdadera esencia del fútbol, el pilar que le otorga sentido a un deporte que no se entendería en ningún caso sin los sentimientos que despierta ni la pasión que lo ha situado al nivel en el que se encuentra.
El fútbol son las aficiones, el amor a los colores, los sacrificios que realizan por arropar a los suyos en los estadios. Pero desde hace un tiempo ya apenas si se mira por ellos por mor de los intereses económicos, empezando por horarios impropios por imposición de las televisiones.
Ahora, ante la emergencia del coronavirus, vuelven a pagar los aficionados y por ende también el Deporte Rey, porque sin su gente sólo es un instrumento financiero carente de alma. En una situación así, la suspensión de la competición se ajustaría más a los protocolos de seguridad y a la razón de ser del fútbol.
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