Que
Haro y Catalán ya no confían en
Serra Ferrer es una evidencia, sólo hay que echar un vistazo a algunos titulares y textos que proceden de fuentes con agua oficial. Que le han pillado con 'el carrito de los helados' es un rumor que se filtra de forma interesada, pero aún no se ha convertido en exclusiva periodística con imágenes de documentos, también oficiales. Lo decíamos recientemente en un
editorial de ESTADIO Deportivo, 'Guerra fría en plena ebullición', y aunque algunos nos criticaban, el lío está ya en todos los papeles y pantallas.
Guerra fría de dos contra uno,
Haro&Catalán frente a
Serra Ferrer. La peor de las noticias el día que se conoce que
Rubi ya es el nuevo entrenador del Betis. El fichaje del técnico, además de por conocido y esperado, ha pasado a un segundo plano porque lo verdaderamente importante está en el movimiento de los pilares que sostienen el club. Quitar poderes a
Serra, restarle atribuciones y bajarle los emolumentos que percibe es una maniobra calculada con la que se le invita a callar y quedarse, o a marcharse automáticamente.
¿Se va Serra? ¿Se queda? ¿Se marcha y monta una candidatura paralela para desbancar a Haro y Catalán en una próxima Junta de Accionistas? La incertidumbre es grande porque los béticos tienen fe ciega en 'Don Lorenzo', que ha mejorado y multiplicado por muchos millones el valor la plantilla del Betis en sólo dos temporadas fichando a futbolistas de mucha calidad. De alguna forma, el
'Quique vete ya' implicaba un respaldo a la gestión de Serra Ferrer, pues consideraban que había más equipo que entrenador.
La afición del
Betis se vio obligada a elegir entre
Setién y
Serra Ferrer, y no dudó lo más mínimo: pleno respaldo social al director deportivo. Si se les plantea una nueva encrucijada,
Haro&Catalán o
Serra Ferrer, es muy probable que la mayoría apoye a quien le ha dado éxitos deportivos y la esperanza de volver a lograrlos.
Haro y
Catalán utilizaron a
Serra para ganar una Junta que se les complicó con la candidatura de
Rafael Salas. Provocar ahora su adiós supondría activar una bomba autodestructiva -la mecha ya está encendida- que, cuidado, les puede estallar en las manos.
Joaquín Adorna
