El que fuera
delegado del club de
Nervión durante más de 10 años, relató anoche en el programa
'El Chiringuito de Jugones' algunos episodios sobre la cordial relación que mantuvieron los
Biris con la directiva, presidida por entonces por
José María del Nido.
Soria habló claro al respecto del trato de favor que había hacia el grupo ultra, refiriéndose, entre otras cosas, a las entradas de cortesía que se les regalaban desde el club: "Yo he vivido experiencias en mi época del SevillaFC que no salgo de mi asombro. Por ejemplo, una hora antes del partido, yo he comprado entradas para familiares de jugadores del Sevilla, porque
las entradas de cortesía de intercambio entre club iban para los Biris dadas por el presidente. Y yo he tenido que comprar entradas para sus familiares con el dinero de los jugadores. Hay un cupo de entradas de cortesía para los familiares de los jugadores, y no había disponibles. El club tenía más consideración para dársela a los Biris. Con lo que eso significa una hora antes de un partido dentro de un vestuario, con la tensión, y con el malestar con el entrenador".
Además, desveló un intercambio de
mensajes con un directivo que le amenazaba con multarle si los jugadores no saludaban a los Biris al final de cada partido: "yo tengo un correo electrónico de uno de los ejecutivos, de los que cobraba 400.000 euros en el Sevilla,
amenazándome por escrito con multarme con 5.000 euros si el equipo, una vez finalizado el partido, no iba a saludar a los Biris, fuese cual fuese el resultado".
También aprovechó para
defender al colectivo, al que define como "una
grada joven, una grada de animación. El
Pizjuán es una olla a presión por como anima, por el carácter que imprime. El Sevilla ha intentado ganar el sorteo de campo para poder atacar en la segunda parte en la grada de Gol Norte. Ahora que me van a contar de los ultras".
Por último, el exdelegado contó una historia referida al colectivo arbitral: "Hay un exárbitro de Primera que se llama Mikel
Pérez Lasa. Cuando iba a arbitrarnos, siempre lo hacía mal. Lo primero que hacía los lunes era llamar al presidente para decirle quién nos dirigiría. Y yo le decía al presidente que llamase a los Biris y que no lo insultasen, porque se venía arriba y perjudicaba al equipo. Y él los llamaba, y los Biris no decían nada al árbitro".