El Sánchez Pizjuán estaba de alegría y emoción con el pitido de final. Los jugadores se abrazaban sobre el terreno de juego mientras que los del Shakhtar caían abatidos sobre el verde. Emery levantaba los puños al aire y Lucescu miraba incrédulo a su alrededor. El Sevilla es su bestia negra.
La plantilla sevillista se quedó en el terreno de juego pese a la lluvia, dando las gracias y aplaudiendo a la afición, comenzó a sonar el Himno del Centenario y más de 41.000 gargantas lo entonaros a capela, jugadores incluidos, en una bonita simbiosis que ha hecho posible que el Sevilla alcance su tercer final de Europa League consecutiva.
Fernando Ruiz1 min lectura