El Leicester es el
vigente -y sorprendente-
campeón de la Premier League y también el actual
decimocuarto clasificado, un equipo al que, dada su situación actual en la tabla, va a centrar todas
sus fuerzas en la Liga de Campeones, lo que supone
un arma de doble filo para un Sevilla que, con todo, puede darse por afortunado.
El club inglés ha terminado
primero en el Grupo G, el más frágil, quedando por delante de
Copenhague, Brujas y Porto. Sólo perdió el último partido (5-0), ante los lusos, aunque ya no se jugaba nada.
Bien haría el Sevilla en tratar de
sacar un resultado bueno en el Sánchez-Pizjuán, en la ida, ya que los de Claudio Ranieri son
muy fuertes en su feudo (sólo han perdido un partido en toda la temporada) y, en cambio, tremendamente
frágiles fuera.
El Leicester tiene
problemas a la hora de gestionar el balón, sufre con los
pases interiores,
por alto y por fuera, mientras que en ataque su estilo es muy italiano, con
balones largos hacia Slimani, para comenzar atacando desde arriba,
segundas jugadas -muchas aprovechando
los saques de banda al punto de penalti de
Luis Hernández, ex del Sporting-,
disparos desde larga y media distancia y
entradas por banda. Sobre todo, por la izquierda, con
Fuchs y Albrighton.
Su portero,
Kasper Schemeichel, hijo del mítico Peter, se encuentra lesionado, pero está cerca de volver. Rinde a buen nivel. Tiene
reflejos y suele estar atento para salir de su área, si bien acumula problemas en los
centros laterales y a la hora de buscar en largo a Slimani (
devuelve la posesión al rival en demasiadas ocasiones).
El centro de la defensa es frágil esta temporada. Sufre a la hora de bascular,
de cerrar espacios (imagen 1) y de volver. Los laterales,
Luis Hernandez y Fuchs, no son más consistentes sólo por la escasa ayuda de los extremos. Todos abusan de jugar en largo (
imagen 2).
En la línea de medios mejora el equipo.
Danny Drinkwater, internacional, es un buen sostén;
Ryad Mahrez, zurdo, percute bien por dentro desde la derecha y tiene gol y visión de juego
(letal con espacios); y
Marc Albrighton equilibra las subidas del lateral y tiene buen centro, desde cualquier distancia, lo que le hace peligroso teniendo tan buenos rematadores en el equipo.
Arriba, muchísima pólvora, bastante por alto
(imagen 3). En el once,
Islam Slimani y Jamie Vardy, quien acaba de romper una importante sequía; y, en el banquillo,
Ahmed Musa, Shinji Okazaki y un Leo Ulloa que siempre cumple.
Si no son los arietes los que marcan, no obstante, nadie lo hace, pues a Ranieri le gusta que los defensas defiendan, que los pivotes destruyan y que los delanteros rematen.
Nada que ver con el amateurismo de Sampaoli, a quien le importan menos las posiciones, el esquema, que las ideas.