Bajo sus pies, el vértigo propio de una escalada inimaginable antaño. Y por encima de su mirada, el infinito. Un horizonte desconocido que, merced a su continuo desafío a los límites establecidos, adivina en la distancia, porque el abismo que lo separaba de los sueños lo ha erosionado a base de superación y una gestión superlativa. Ahora se encuentra en lo alto, asomado a la eternidad y con la posibilidad de protagonizar el salto definitivo al vacío. Porque el Sevilla F.C. ya toca el techo que se le presupone, el que decretan los presupuestos y el ´status quo´, pero en Nervión se crece sin atender a barreras, siempre al ritmo de una ambición que jamás se aleja de la coherencia y de la humildad, claves para mejorar la realidad sin vivir de espaldas a ella.
Tercero en Liga y en octavos de Champions, el club dispone de la oportunidad de dar otro paso al frente con una apuesta vehemente en el mercado, sin sobrepasar los márgenes pero aprovechando su solvencia financiera para apuntalar el equipo con refuerzos que eleven el nivel y le sitúen en disposición de competir hasta el final por metas colosales. Lo primero, un punta que complemente a Ben Yedder -WBY- y Vietto, un ´killer´ que maximice la capacidad de generación del plantel. También un central para no depender de alfileres y, quizás, un lateral zurdo que cubra la espalda de Escudero ante la trascendencia de un carrilero incisivo en el sistema de Sampaoli. Retoques para responder a la exigencia que se avecina en el terreno en el que se ha adentrado el Sevilla, mano a mano con los poderosos en España y entre los 16 mejores de Europa.
Álvaro Palomo