El
Betis ha consolidado su rol protagónico y los rivales se plantan en el césped en función de esta condición innegociable de los de
Setién. Ante esta situación, los heliopolitanos han ido desarrollando mecanismos para desenvolverse en las telarañas con las que tratan de enredarlo equipos como el
Getafe, pétreos y cómodos en el cuerpo a cuerpo, sobre todo la paciencia y la movilidad.
Los de
La Palmera ya no se asfixian cuando encuentran dificultades para hallar fisuras en el muro, sino que tratan de provocarlas sin prisas, volviendo a empezar las veces que haga falta y con un eje del centro del campo muy móvil.
Guardado y
Fabián bascularon continuamente para sacudir el orden espartano azulón pero las conexiones apenas se completaban por la carencia de espacios, la dureza local y por la escasa presencia de
Boudebouz, que antes del descanso sólo se dejó ver en una ocasión, aunque casi sorprende a
Guaita. Sin balón, sufría cuando el
Getafe recuperaba por fuera, lo que trató de evitar con mayor concentración por dentro. Este panorama cambió en la reanudación, con más metros para correr y un
Betis más vertical, siempre con
Loren de referencia, ya fuera para finalizar o recibir de espaldas.
El partido se abrió y los hispalenses se aferraron a otro de sus recursos,
Adán, para continuar en pie en una contienda en la que
Setién apostó fuerte con las entradas de
Sergio León,
Joaquín y
Campbell en busca de recuperar el dinamismo perdido y acertó de pleno. Porque el punta cordobés culminó una galopada de
Barragán para sumar la efectividad a los argumentos del
Betis para asaltar
Europa.