Ronaldo, un agresor de guante blanco

Decía Cristiano Ronaldo que la gente le envidiaba porque es "rico, guapo y gran jugador", olvidándose la verdadera razón por la que el luso despierta los celos de todos y cada uno de los futbolistas que militan en el fútbol español: su impunidad.

Y es que el ser considerado una estrella mundial, con permiso de Messi y Neymar, parece ser en su caso también sinónimo de tener guante blanco para vivir al margen de la ley, como pudo verse el pasado fin de semana ante el Sporting de Gijón, cuando agredió a Nacho Cases dándole una patada delante del colegiado que, para sorpresa de todos -el propio Cases incluido- quedó finalmente en nada. Ni un tirón de orejas en forma de amarilla, lo que en parte es hasta normal. Pues lo del pasado domingo no se trata de un hecho aislado, sino que el astro portugués ya suma cuatro acciones similares en lo que va de temporada y en ninguna de ellas ha sido expulsado.

Un acto "instintivo" llamó Cristiano a la patada sobre Cases, justificando, incluso, el actuar de Undiano Mallenco, quien, según el madridista, entendió el acto como algo no hecho a propósito: "Si le doy queriendo, no se levanta". Menos excusas dio el portugués, en cambio, tras el codazo que le brindó a Dani Alves, cuando no sólo no fue amonestado, sino que, además, fue resuelto por el colegiado con una cartulina para el brasileño. La impotencia de la derrota en el Clásico, pensará Cristiano, quien visto lo visto siempre tiene un argumento para sus salidas de tono.

El caso es que la impunidad de la que hace uso Cristiano le permitirá jugar este domingo en el Benito Villamarín ante el Betis, cuando, en realidad, debería ser otra de las ausencias con las que contara Zidane, junto al lesionado Bale.

Y junto a Nacho Cases y Dani Alves, más de lo mismo, habiéndose sufrido sus actos ya, incluso, en la capital hispalense. Cristiano suma dos agresiones más en lo que va de temporada: una patada a David Simón (Las Palmas) en la jornada diez y un golpe con el antebrazo a Krychowiak en el Sánchez Pizjuán. En fin... Suerte para los de Juan Merino.