Monchi, presidente

Castro sabe que vienen por él. En el viaje a Logroño se cortaba la tensión a cuchillo. Los afines a Del Nido por un lado, Pepe por otro. Sufriendo en soledad la fractura accionarial que ha tenido su prolongación en el dimitido Manzano, por el que también se considera traicionado. A falta de que los sevillistas de base se organicen de verdad o se pronuncien más allá de las pintadas, Castro se apoya en el oráculo de Roberto Alés. Una figura venerable y de consenso, algo que podría no ser capaz de mantener en la asamblea fijada justo después del puente. Los que pretenden desplazar a Castro de la presidencia, quizá no tengan el atrevimiento de llevar a cabo sus planes elevando a presidenciable al hijo de Jose María del Nido Benavente, como fue su primera intención. Estratégicamente es posible que sea más inteligente proponer al único sevillista que no genere la más minima duda. Monchi, presidente electo. Si él se deja, si le empujan a ello, si se siente obligado, si se diera el caso en el orden del día y le eligen por abrumadora mayoría. Si la ruptura llega a los terminos del "yo no seré, pero tú tampoco"... Al fin y al cabo ha habido presidentes que hacían alineaciones, ¿por qué no uno que ficha? y generalmente muy bien. Falta saber si sería un presidente con o sin sueldo, que es de lo que viven los profesionales del fútbol. Y Monchi lo es. Entre muchas otras cosas para los sevillistas.