Ocho goles a favor en cuatro partidos y uno en contra

El sevillismo se identifica de nuevo con su equipo

El sevillismo se identifica de nuevo con su equipo
- Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 4 min lectura
Sin despegar los pies del suelo ni renunciar a la prudencia, el renovado Sevilla de Unai Emery va cogiendo velocidad de crucero y, en sólo dos semanas, ha conseguido que ya nadie vea descabellado cumplir el objetivo de estar el año que viene en competiciones europeas; ya sea mediante la vía de la Copa del Rey (le bastaría con eliminar al Atlético y llegar a la final), o a través de una remontada en la clasificación liguera con la que el juego desplegado en los últimos partidos invita a soñar.

En las escasas dos semanas que el de Hondarribia lleva en el banquillo nervionense, las sensaciones no pueden ser mejores. Son cuatro partidos en los que ha sumado dos valiosos empates fuera de casa y dos victorias ante su afición, logrando además la cura a dos males endémicos que afectaban al Sevilla de Míchel: la falta de pegada y la debilidad defensiva.

Emery lleva ocho goles en esos cuatro choques -con una media de dos por encuentro- y sólo ha encajado uno, el que el getafense Colunga marcó en el Coliseum con la ayuda de Palop y de la ciclogénesis explosiva que azotó la península hace unos días.
No obstante, el principal logro del vasco ha sido conseguir que el sevillismo vuelva a identificarse con su equipo, algo que no sucedía desde hace mucho tiempo, quizás, desde aquel glorioso ´Sevilla de los títulos´.

Y es que el optimismo ya se desató con la "magia" de Manzano, que ganó siete de sus nueve primeros partidos; con la enorme capacidad de trabajo de Marcelino, invicto hasta la jornada 10 (aunque eliminado de la Europa League por el Hannover) y, sobre todo, con lo que se dio a conocer como ´Míchelmorfosis´.

La mejoría de Emery parece real porque no sólo ha recuperado la mejor versión y el compromiso de Negredo, Rakitic, Reyes o Navas, sino porque inculca premisas básicas que han tenido un efecto inmediato en el juego del equipo y que también han convencido a sus pupilos.
La primera característica del Sevilla de Emery está en el ADN de la entidad: el juego por bandas. El míster ha conseguido que el utrerano juegue (y muy bien, por cierto), pegado a la cal y ordena a los laterales a jugar muy abiertos y a incorporarse al ataque, incluido Navarro.
Además, el equipo ha ganado en concentración y se mueven todos a una, de manera acompasada, facilitando las labores ofensivas -ya que el que lleva el balón se siente más arropado- como, sobre todo, en defensa. La presión es asfixiante y muy adelantada. Comienza por Negredo y la línea de tres que forman Jesús Navas, Rakitic y Reyes. El doble pivote adelanta sus líneas para ejercer la segunda línea de presión y está atento para hacer la cobertura a los laterales, que forman en una defensa adelantada.
Poco a poco, Unai Emery está convenciendo a todo el mundo.
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