De partida, el Sevilla se enfrentó a circunstancias muy adversas, con un once completado por retales por las numerosas bajas, incluida la de última hora de Franco Vázquez. Sampaoli compuso la defensa como pudo, recurriendo a Carriço y con el recurso de situar a Mercado y Lenglet como laterales, mientras que en la media se produjo el estreno esta temporada de Krohn-Dehli tras la lesión del 'Mudo' antes del choque. El escenario no invitaba al optimismo y menos cuando la concentración de la que tanto se había hablado en la previa se ausentó en el primer gol del Real Madrid. Pero poco a poco el equipo evidenció que, más allá de un arranque timorato, tenía las ideas claras con el esférico ante un cuadro blanco que tampoco apretaba en la presión. Siempre la jugaba en corto, sin arriesgar la pelota, con la intención de retenerla y esperar hasta hallar un hueco para percutir. Y lo encontró merced a las asociaciones de los hombres de arriba y el talento de Jovetic, hasta el punto de generar en la primera parte hasta cinco ocasiones, con dos travesaños incluidos. El problema residía en que, como le suele ocurrir, perdonó en el área ajena y el Real Madrid, listo para aprovechar los errores, le condenó con el 2-0. Pese al castigo, el Sevilla, con tres centrales y dos carrileros tras el descanso, insistió en la reanudación, rápido en las salidas y con un entendimiento en ataque que propició el 2-1 de Jovetic. A partir de ahí, los cambios de Zidane anestesiaron el encuentro y otra pérdida, ésta de Montoya, sentenció a un Sevilla combativo pero demasiado inocente en las zonas decisivas para sorprender a un líder que en su cuarta llegada selló la goleada.
Álvaro Palomo2 min lectura