Que sí, que
Leo Baptistao es un futbolista enorme y verle jugar es una gozada. Y ayer el brasileño firmó un buen partido y nadie podrá tener algo en contra de su fichaje.
No obstante, a estas alturas ya en abril, sigo pensando lo mismo que en enero escribí en este mismo espacio: que las carencias del
Betis están atrás y que solucionándolas, con la calidad de
Rubén, Molina y otros como
Vadillo o
Cedrick, las victorias deberían ir llegando.
Así sucedió en los cinco partidos anteriores al de ayer, en los que los pupilos de
Calderón sólo encajaron cuatro goles y marcaron seis, para sumar ocho puntos de 15 posibles. Todo ello, gracias a un inconmensurable
Adán, al enorme trabajo de la pareja
Lolo Reyes-N’Diaye y poco más, porque
Perquis,
Paulao y
Nacho van de lesión en lesión,
Caro y Dídac se cayeron cuando mejor estaban y a
Jordi Figueras le ha costado un mundo adaptarse.
Por eso, sigo pensando que el dinero de
Baptistao (que sólo lleva un gol) habría sido muy útil para abrigar la zaga. Y más después de ver ayer al
Betis pedir la hora durante todo el segundo acto y asistir con impotencia al baile que
Amrabat y
Juanmi le dedicaron a
Juanfran y
Juan Carlos.
Después de ver al
Betis correr con desesperación hacia atrás y ser incapaz de impedir lo que se barruntaba. Después de ver al
Betis decir adiós a sus escasas opciones de salvación, por no saber conservar un 1-0.