En análisis del derbi

El balón como arma para someter

Aitor TorviscoAitor Torvisco
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El balón como arma para someter
Banega controla con el pecho el esférico en un lance del derbi. - Aitor Torvisco
El Betis saltó al césped del Sánchez Pizjuán a someter al Sevilla con una presión muy adelantada y un plus físico que duraron muy poco y acabó siendo sometido por los locales, quienes, no sin problemas, acabaron haciéndose con el completo dominio del balón y fueron haciendo recular a su rival hasta decantar la balanza.

Los tres derbis anteriores y el temor a encajar otra goleada pesaron más que ese teórico carácter desinhibido que les aportaba llegar a Nervión salvados. Los verdiblancos volvieron a basar su suerte al planteamiento defensivo y completaron estos 360 minutos cainitas sin marcar y casi sin tirar a puerta. Y, así, es muy difícil, por mucho que enfrente esté un equipo cuyo mal momento físico reducía bastante las diferencias de plantilla.

Merino sorprendió con Bruno de improvisado lateral derecho, con Montoya en el carril zurdo, y el mismo plan de las últimas semanas: Petros y N'Diaye cubrían las espaldas a una segunda línea con Joaquín otra vez por dentro y con libertad para Musonda y Ceballos. Sin balón, a estos tres, como a Rubén, apenas se les vio.

Por su parte, Emery salía con el once más titular que las bajas le dejan. Con Gameiro recuperó mordiente y movilidad frente al estático Llorente. Menos efecto tuvo el plus de motivación que buscó con Reyes. Su plan era ser vertical con Konoplyanka y los laterales (más Mariano que Escudero) y controlar la posesión con N'Zonzi y Banega. Les costó al principio, frente a las líneas tan adelantadas del Betis, que propuso jugar en espacios muy reducidos y que colocó a Petros como sombra del argentino. No obstante, el Sevilla comenzó a crear peligro a balón parado y acabó el primer acto en área visitante.

Musonda y Kono, indolentes, fueron los primeros cambios de Merino y Emery. Por el belga, que hizo la guerra por su cuenta y perdió muchos balones, entró un Cejudo que protagonizó el primer tiro a puerta de un equipo inoperante en ataque, tanto con el 1-4-2-3-1 inicial, como con el 1-4-4-2 con el que acabó.

La despreocupación en defensa permitió a un Sevilla sin fuerzas para apretar, tener siempre el balón y controlar el partido sin tener que esforzarse mucho.


En la primera parte, muy pocos espacios
Bruno de lateral derecho (Montoya en la izquierda) fue la sorpresa de Merino. El resto, los mismos, con Joaquín por dentro y con libertad para Musonda y Ceballos. Emery recuperó a Gameiro y Reyes, y buscó verticalidad, con Kono y los laterales, y posesión con N'Zonzi y Banega. El Betis presionó muy arriba e hizo que se jugase en pocos metros. El Sevilla acabó haciéndose con el balón y obligó a su rival a recular.


Tras el descanso, el Sevilla se queda solo
Aunque jugó andando en muchas fases del choque, el Sevilla controló bien el partido. El 1-0 apenas encontró respuesta de un Betis en el que sólo Cejudo (que entró por un errático Musonda) puso algo de intensidad. Sin sentirse amenazados atrás -aunque Merino sacase a Ricky para acabar con un 1-4-4-2-, los locales se limitaron a mantener la posesión del balón para disimular una evidente falta de frescura.
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