Los finales no determinan necesariamente la calidad de una historia y, aunque no cuadre para nada en las expectativas y
radiografíe incluso una realidad dolorosa al ser justamente lo contrario de lo deseado, la experiencia vivida, lo que se ha sentido,
los lazos que se han estrechado trascienden y no se olvidan.
Porque
mi final en ED supondrá nuevas ilusiones por llegar, como la de aquel primer día en la que he considerado mi casa,
hace justo 18 años.
Cuando arrancó una aventura que ahora termina a mi pesar, plena de recuerdos, de risas, de trabajo gratificante, de instantes aferrados a la retina.
Porque es casi media vida. Porque
crecí como periodista y sé que también he ayudado a hacerlo a los que empezaron en ESTADIO con el mismo entusiasmo que yo. Porque me llevo a
verdaderos amigos que han traspasado la frontera del simple compañerismo, los mismos que han estado al lado en este mal trago.
Porque me he expresado como soy, como profesional y como persona. Porque los que me leéis me habéis correspondido a la vez que me habéis exigido de una forma u otra, pues muchas veces del desacuerdo surge el más sólido de los entendimientos.
Porque me siento agradecido con los que me habéis aplaudido y seguido pero también con los que habéis criticado desde el respeto o inducido a debates siempre enriquecedores con miradas desde otro punto de vista. Ahora será en otro lugar pero esta reciprocidad que se ha gestado continuará con toda seguridad.
Porque
profundicé en el fútbol de albero y conocí a personas maravillosas que me enseñaron cómo se trabaja desde la humildad. Porque
me desplacé a los pueblos con futbolistas de Tercera o Preferente que se ofrecían a llevarme para hacer las crónicas de los partidos los domingos, como con el marchenero Ba en un coche en el que casi ni cabíamos. Nombres y nombres de tipos que todavía te saludan después de muchos años y que guardan las entrevistas que les hice en su momento como si fuera oro.
Porque
he entrevistado a Manolo Jiménez en una peluquería, o comprobado
cómo Koundé se enfadaba consigo mismo recientemente cuando no conjugaba bien los verbos en español durante la charla. Porque
Doblas me llamó 'adivino' años atrás en Montecastillo o
Juanito me dijo entre bromas que
cuántas preguntas me quedaban todavía mientras veía marcharse a sus compañeros..
Porque
he despedido a futbolistas que se marcharon sin avisar, como
Parrita en San José desde aquella torre del Felipe del Valle mientras
Javi Varas lloraba desconsolado,
Miki Roqué y un
Antonio Puerta que pocos meses antes se quedó un rato esperando conmigo en la ciudad deportiva para hacerse una foto conjunta con Adriano. Porque
dije adiós a Jesús como se merecía en la contra y porque entre páginas y páginas y el respeto de mis compañeros sobrellevé los días más duros de mi vida.
Por aquellas noches de cierre hasta las cuatro de la mañana con un banquete de pizzas, sin piña por supuesto. Por historias y
anécdotas de todo tipo con su 'top 10' incluido. Por muchos de los que pasaron por aquí, que
me recuerdan con cariño y que, en muchos casos ahora, en las flacas, me han preguntado cómo me encuentro.
Porque
al final se trata de lo que siembras, de haber
entregado el alma y respondido con pasión, de haber conectado con gente de casi cualquier rincón del mundo.
De marcharse con la lógica tristeza y decepción por el fin de esta
larga y bonita etapa en ED pero con
la certeza de haberlo vivido plenamente y de que es la hora de un nuevo comienzo.